Crítica de cine
Donde la espalda deja de serlo Fernando SÁNCHEZ-DRAGÓ
Ya saben a lo que me refiero… Fue Umberto Eco quien dijo que la batalla de Armagedón estallará el día en que los chinos recurran al papel higiénico. Un planeta sin árboles será un mundo sin mamíferos, incluyendo en esa especie a los bípedos implumes. Hoy quiero hablar, con perdón, del culo. Por la boca muere el pez.... Sí, pero yo añadiría, en lo concerniente a los seres humanos, que morimos por todas las bocas abiertas en nuestra anatomía: las de los poros de la piel, por ejemplo, la que emite palabras, besos, escupitajos y miasmas, y la que nos sirve para descargar la materia inerte depositada en los intestinos. Quien no trate con el debido miramiento ese conducto lo pagará, en términos de salud, a un precio tan elevado como el que ahora impera en los restaurantes de Vandalia y en los taxis de Madrid. ¿A quién se le ocurrió la delirante idea de limpiar con un papelajo los enojosos restos dejados en el pliegue de las nalgas y en su punto focal (y fecal) por nuestras deposiciones? A un malhechor, sin duda, pues de ello se deriva, deforestación aparte, infinidad de enfermedades de todo tipo: fisuras, hemorroides, irritaciones, cánceres de recto, y me quedo corto. Ni los musulmanes, ni los hindúes, ni los orientales en general incurren en tamaño desatino. Occidente es a menudo un accidente. Ya sé que los franceses inventaron el bidé, pero se trata de un armatoste de difícil uso que suele estar de muestra en los cuartos de baño europeos. En los estadounidenses ni siquiera existen. Renuncien a él. Ocupa mucho espacio. Instalen, para sustituirlo una duchita de mano junto al váter. Es fácil, barata, de muy agradable uso y sumamente higiénica. Resuelve, además, el problema del estreñimiento, aunque quizá sea ésa, entre sus muchas virtudes, la de menos peso. Llamen ahora mismo al fontanero y olvídense del papel higiénico. No cabe empezar el día con mejor pie ni con mejor culo. Con perdón, ya dije…
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