Historia
Más habitos saludables y menos «bebidas bomba» por José Antonio VERA
En esta época de poco dormir y mucho estudiar florecen las denominadas bebidas energizantes por todas partes. Prometen agilidad mental e incremento de nuestra capacidad de concentración, memorización y rendimiento. Son habituales en las mochilas de los jóvenes y se toman abusivamente en las largas sesiones de estudio.
También se ingieren habitualmente cuando los chavales salen de marcha por las noches y necesitan estar desvelados hasta el amanecer. En efecto, mantienen despierto porque en su interior contienen una mezcla tan explosiva como antinatural que trastoca los sentidos e impide el sueño. Otra cosa es que tales mejunjes sean mínimamente saludables. En mi modesta opinión no lo son, pues tan alta concentración de excitantes acaba desquiciando los nervios y tiene efecto boomerang: si lo tomamos para estudiar, en efecto nos mantiene despiertos durante horas, pero luego la caída es mucho mayor, y eso coincide en ocasiones con el momento de los exámenes. O bien prolongar la ingesta hasta después de la prueba, con lo que los que lo hacen llegan sobreexcitados, lo que no es lo mejor en una situación de esta índole.
Por supuesto que he tomado tales bebidas en ocasiones, y tengo que decir que mi experiencia no pudo ser peor: me ponen de punta los nervios y lo noto en exceso, y además hacen daño en el estómago. Son tan fuertes las dosis que es imposible no notarlas al ingerirlas. Quienes las han estudiado a fondo y conocen los daños que producen en el organismo no pueden dejar de considerarlos como auténticos «venenos». Los alcaloides que contienen son mezclas de cafeína, teofilina, teobromina y hierbas energizantes como el ginseng, el guaraná o la efedra, entre otros, que pueden producir insomnio, palpitaciones, hipertensión, perturbación de la coordinación nerviosa, dolores de cabeza, gota, ácido úrico, artrosis, disminución de la agudeza visual, disminución de la fertilidad y, en grandes dosis, esterilidad e hipoglucemia.
El investigador canadiense R I. Barbeau ha comprobado, además, la acción mutágena y teratógena de los alcaloides de la familia química de las metilxantinas, llegando a la conclusión de que café, te, cacao, bebidas de cola, mate y mate de coca, y muchas otras energizantes tienen cierta acción teratógena y llegan a provocar «crisis de abstinencia» con dolor de cabeza, estreñimiento, insomnio, somnolencia, nerviosismo, irritabilidad, agresividad, hipotensión, braquicardia, bulimia (hambre compulsiva y apetencia de dulces) y sensación de debilidad.
Es verdad que sustancias como el café y derivados son excelentes vasodilatadores que nos abren los ojos cuando necesitamos estar atentos. Pero una cosa es tomarlos muy ocasionalmente y otra atiborrarse de ellos todos los días, lo que necesariamente acaba generando problemas. En mis tiempos de estudiante caí en ese mismo error. Ingería litros de café para estar despierto toda la noche y poder estudiar más. Llegó un día en que me di cuenta de que tanto excitante y efedrina me ponían mal de los nervios y en realidad no me hacía llegar al examen en una situación ideal. De manera que a partir de determinado momento decidí dejar de tomarlos y opté por la siguiente determinación: cuando me entrara sueño por la noche, dormiría seis horas, me sentiría fresco y descansado.
Cambió mi vida por completo. Me encontraba tranquilo y despierto en los exámenes y mi rendimiento aumento considerablemente sin necesidad de atiborrarme a excitantes que me ponían de los nervios.Luego un amigo versado en nutrición me recomendó un par de cosas más. En vez de los excitantes habituales, por las mañanas al levantarme iba a empezar a tomar una cucharada sopera de polen que diluiría en la boca hasta convertirla en líquido, y junto a ello un cóctel de frutas con yogurt o kéfir con germen de trigo.
El polen es una maravilla de la naturaliza con efecto natural reconstituyente, que renueva nuestras células y aporta sales minerales, ácidos esenciales, enzimas y otros elementos vitales. Tomado de manera continuada proporciona gran energía. Igual que el germen de trigo, que no debe faltar nunca en la despensa de aquellas personas con estados de desmineralización, anemia, astenia física o intelectual, deportistas, stress y tensión nerviosa, fatiga crónica, convalecencias, etcétera. La abuela de Ana Fernandez Magdalena recomendaba, además, un zumo de mandarina diario para los estudiantes, pues por sus derivados naturales de bromo tranquilizan y rebajan la ansiedad, y para fortalecer la memoria, infusiones de romero y alimentos con fósforo. Dice que servían.
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