Marbella
Victimismos los justos por Alfonso Merlos
Cuando las bolsas de basura entran por la puerta, el decoro sale por la ventana. Llenas de dinero negro, se entiende. En un Estado de Derecho, se presupone. La justicia no tiene por qué ser ejemplar, no tiene que dar escarmiento a nadie por nada. Su administración tiene que basarse en la simple aplicación de las leyes y en la puesta de medios para el cumplimiento de las sentencias. Ahora bien, hay procesos que sirven como modelo, y éste es uno de ellos.
El caso Pantoja y cía reúne, presuntamente, todos los males que han sacudido y se han extendido como una plaga en la España del pelotazo, el ladrillazo, el cochazo y la avaricia elevada a su máxima expresión. Los billetes de 200 y 500 corriendo a raudales sin freno ni marcha atrás. Las comisiones a la vuelta de cada esquina. Las recalificaciones de solares que no valían un duro como maná y puerta al paraíso terrenal. La pura fantasía y la orgía desmedida.
En absoluto se está aquí humillando, infamando, vejando ni deshonrando a ninguna tonadillera. Sencillamente, con luz y taquígrafos, se pretende establecer si se ha encubierto el origen de fortísimas cantidades económicas generadas mediante el ejercicio de actividades ilegales. Ni más ni menos. Simplemente se busca dirimir si, vistiendo o no traje de faralaes, alguien ha buscado insertar en el sistema los fondos derivados de sucios negocios, y hacerlos circular con impunidad. Los que según la Fiscalía son los protagonistas de un saqueo, ni en un país de locos pueden presentarse como víctimas. De nada ni ante nadie. Menos ante el pueblo de Marbella.
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