Asia

Tokio

«Nunca tantos debieron tanto a tan pocos»

La sociedad nipona reverencia a los 200 trabajadores que continúan en la central

Miembros de las Fuerzas de Defensa japonesas se dispone a rociar con agua de mar el reactor 3, ayer, en la central de Fukushima Dai-ichi
Miembros de las Fuerzas de Defensa japonesas se dispone a rociar con agua de mar el reactor 3, ayer, en la central de Fukushima Dai-ichilarazon

OSAKA-A las tres de la mañana del viernes, esquivando los escombros del terremoto y el tsunami, un vehículo atravesaba la verja que da entrada a la central de Fukushima. «Ni siquiera podíamos ver por donde caminábamos, pero empezamos a trabajar para arreglar los reactores, conscientes de que podría costarnos la vida». Quien habla es Michiko Otsuki, una operaria de la planta que fue evacuada el lunes pasado y que ahora actualiza un blog donde da cuenta del sacrificio de sus compañeros: «Luchamos contra el cansancio y con el estómago vacío. Muchos no han contactado con sus familiares todavía, pero están trabajando duro».
 
La Compañía Eléctrica de Tokio (Tepco) no ha querido revelar las identidades de los cerca de 200 hombres que se someten a «niveles de radiación letales» para salvar el país de un desastre nuclear. Pero, a pesar de este anonimato forzado, se empiezan a conocer detalles sobre sus vidas gracias a testimonios de familiares que proliferan en internet y en los medios japoneses. «Mi padre todavía está dentro de la planta y se están quedando sin comida. Él dice que ha aceptado su suerte como si fuera una condena a muerte», explicó la hija de uno de los operarios en un e-mail enviado a la televisión estatal.

Conocidos como «los cincuenta de Fukushima» porque trabajan por turnos y grupos de 50, se han convertido en héroes reverenciados por la sociedad nipona, que les ha dedicado homenajes y rezos públicos. Su historia despierta ese reconocimiento que plasmó la famosa frase de Churchill en la Segunda Guerra Mundial: «Nunca tantos debieron tanto a tan pocos». «Nunca había oído a mi madre llorar tanto. Pero nunca había estado tan orgullosa de él», relató la hija de otro operario, explicando que su padre, ya retirado, había decidido arriesgar su vida para salvar la reputación de la empresa y de la energía nuclear, a las que había consagrado su vida.

Se trata de ingenieros y técnicos, pero también operarios de rangos bajos. Al menos tres son jubilados que se prestaron voluntarios. No ha quedado claro si el resto fueron forzados. Los trabajadores de la compañía dan por hecho que, simplemente, están ahí por sentido del deber. También se ha dicho que tienen más de 60 años y que cobran menos de 100 euros al día por su misión suicida. El hecho de que sean ancianos, recuerdan los expertos, reduce las posibilidades de que desarrollen cáncer, por una mera cuestión de esperanza de vida.

La admiración que despiertan contrasta con las críticas que se han vertido estos días contra Tepco. «El personal de la compañía se ha negado a abandonar la planta y continúa trabajando, poniendo en peligro sus vidas. Por favor, dejad de atacarnos», rogaba Otsuki en su blog, después de pedir perdón «a todos los residentes que están alarmados».

Siempre según la prensa japonesa, los trabajadores no pasan más de 15 minutos en las zonas más radiactivas, donde bombean agua manualmente y limpian los restos de las explosiones. Y, aunque van protegidos con trajes especiales (algunos de ellos respiran de bombonas de oxígeno), los niveles de radiación a los que se exponen se sitúan muy por encima de lo permitido.


La prensa nipona denuncia anomalías
Evacuación incompleta
- Algunos trabajadores no fueron evacuados de la central durante el terremoto para quedarse a cargo de los reactores y, según medios nipones, habrían sido víctimas del tsunami posterior.
Presiones
- El primer ministro, Naoto Kan, habría ejercido fuertes presiones sobre Tepco para que «los 50 de Fukushima» no abandonasen la planta. Según el diario japonés «Asahi Shinbum», Kan llegó a amenazar a la compañía con multas y castigos, exigiendo implícitamente que los héroes sacrificasen sus vidas por el país.
Más problemas
- El cáncer no es el único enemigo de los operarios e ingenieros que permanecen en la central. La prensa local habla de cinco muertos, 22 heridos y dos «desaparecidos» a causa de las explosiones y accidentes.