Londres
Las divisiones papales
Es un juego identificar las banderas que los chicos ondean por Madrid: las norteamericanas de Estados Unidos, México y Canadá, las suramericanas de Brasil y Argentina, asiáticas de Corea del Sur y Japón, europeas con la italiana y polaca a la cabeza, eslavas y africanas inextricables. Ésta manifestación juvenil si es una Alianza de Civilizaciones y en su ecumenismo cristiano no entiende de lenguas, continentes ni costumbres. Además, estas jornadas trianuales instauradas por Juan Pablo II invitan e incitan a cualquier joven de buena voluntad aunque sea descreído. Un millón de muchachos y muchachas en Madrid con los Evangelios en la mano golpean el plexo solar de los relativistas que tienen sus logros en el saqueo de Londres, el toque de queda de Filadelfia para adolescentes, o el turismo de borrachera comatosa en Lloret de Mar. Las comparaciones siempre son odiosas, y estas más, con los dolidos mirando a Benedicto XVI como el fin de sus tiempos.
Ni el Gobierno cicatero, ni los indignados en busca de un autor, ni los ateos de procesión, entienden que ésta no es la fiesta del Papa sino la de los jóvenes. Cuando a nadie le preocupaba la lapidación de las mujeres uno dijo: «Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra». Ese que se enfrentó a los fariseos y se dejó lavar los pies por una meretriz y comía y bebía con publicanos. El de «Ama y haz lo que quieras». El anti belicismo del «Quién a hierro mata a hierro muere». El Primer feminista veintiún siglos antes que ZP. La izquierda de la izquierda tiene el terreno devorado por ésta invasión juvenil. Stalin preguntaba a Churchill cuántas divisiones tenía el Papa. Éstas.
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