Génova
Reforma laboral: Rajoy da de plazo hasta enero para un acuerdo
En su primer tanteo con los agentes sociales para impulsar con urgencia una reforma laboral, Mariano Rajoy concretó ayer todo lo posible «en este momento», según sentenció el líder de CC OO, Ignacio Fernández Toxo, después de estar reunido a solas con él dos horas –Rajoy tampoco sumó a ninguno de sus colaboradores a las entrevistas con los otros interlocutores–.
MADRID- El presidente electo marcó fecha, quiere resultados de la negociación para Reyes (segunda semana de enero); y delimitó una amplia agenda que, como adelantó ayer este periódico, afecta a la negociación colectiva, a los contratos y la flexibilidad interna, al absentismo, a la formación, a las agencias de empleo o la solución extrajudicial de conflictos.
El objetivo es una «profunda» reforma del mercado laboral que «nos homologue con Europa, y no más soluciones cosméticas», sentencian en Génova. El clima de las tres reuniones fue bueno, con más disponibilidad en CC OO y patronal que en UGT.
Fuentes próximas a Rajoy precisaron ayer tarde, porque él no compareció y fijó su posición a través de un comunicado, que en este primer contacto lo más importante era abundar en la pedagogía y concienciar a sus invitados de la gravedad de la situación y de que es urgente tomar decisiones, si es posible con acuerdo, y si no, legislando. A Génova acudieron Toxo; el presidente de la CEOE, Juan Rosell; el presidente de Cepyme, Jesús Terciado; y el líder de UGT, Cándido Méndez.
Al menos en la puesta en escena de ayer los «invitados» sí dieron la impresión de que salían convencidos de que esa gravedad de la situación económica y social hace imposible que se pueda negociar de forma indefinida y ya no deja tiempo para más retórica.
Los «peros» de UGT
El matiz más grueso lo colocó Cándido Méndez, que marcó distancias sobre la urgencia de la reforma; abogó por explotar más la que el PSOE aprobó en solitario; y advirtió de las diferencias que le separan de Rajoy en algunas cuestiones –«para uno hay cosas que son literatura, y para el otro son importantes»–.
Además del mercado laboral, en el diálogo social entró el escenario europeo, el objetivo de déficit (que Rajoy está convencido de que se desviará notablemente en 2011) y la situación del sistema financiero.
En el lado de Rajoy, ayer fue el día para marcar las prioridades, describir la gravedad de la situación y escuchar a las otras partes, sin dejar de anotar a pie de página que él tiene su hoja de ruta y que la llevará a la práctica si el diálogo no concluye en pactos. Esa hoja de ruta incluye simplificar los contratos, bajo ese ideal, no posible hoy en día, del contrato único; avanzar hacia el modelo de los convenios de empresa; la liberalización de las agencias de empleo; flexibilización interna; abundar en el modelo dual formación-empleo; o la reforma de las cotizaciones sociales (en el programa electoral el PP ya incluyó una rebaja generalizada por contingencia profesionales). Ayer no se habló del abaratamiento del despido. «Rajoy es mucho más inteligente como para pensar que los problemas del desempleo se resuelven con el coste del despido», explicó el líder de CC OO.
Una vez que haya sido investido como presidente del Gobierno se producirá la primera reunión a cuatro para analizar el resultado de las conversaciones que seguirán celebrándose durante estas semanas y ver el nivel de acuerdo. Rajoy garantizó solemnemente que «tendrá en cuenta los acuerdos que puedan alcanzarse en el transcurso» de estas negociaciones y valoró también la «actitud de responsabilidad y compromiso» que había percibido en sus interlocutores.
A diferencia de la Legislatura anterior, donde el diálogo social se llevó por delante varios años sin que al final sirviese para cerrar un acuerdo que frenase una reforma laboral aprobada en solitario por el Gobierno, ahora Rajoy deja un margen de semanas. Él quiere que la reforma esté lista para el verano, como muy tarde. A los agentes sociales también les advirtió de que España cumplirá con los objetivos de déficit.
Mejor que con Zapatero
A un mes de su investidura como presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy tiene clara y diseñada su «hoja de ruta» para salir de la crisis económica. Esta es la impresión que compartieron los interlocutores sociales al abandonar la sede del PP. Ignacio Fernández Toxo, Juan Rosell y Cándido Méndez destacaron el buen entendimiento con el futuro jefe del Gobierno. A la salida de sus respectivas reuniones, no ocultaron su sintonía con el líder popular, en algunos casos mejor que con Zapatero. Por supuesto, los tres compartieron con Rajoy diagnóstico de la crisis. Este clima armónico, fundamental para el consenso, deja una puerta abierta a un eventual acuerdo sobre la reforma del mercado de trabajo.
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