Andalucía

Rajoy repite la fórmula 22-M

Si algo te ha ido bien, ¿para qué cambiarlo? Pues eso es precisamente lo que se preguntan en la dirección del PP ante la campaña de las elecciones generales que oficiosamente comenzó el pasado viernes.

Rajoy llega con la autoridad del histórico resultado del 22-M
Rajoy llega con la autoridad del histórico resultado del 22-Mlarazon

Eso que les ha ido bien fue la campaña de las autonómicas y municipales del 22-M, que en Génova han decidido tomar como referente para el 20-N, reeditando la estrategia de entonces con las adaptaciones necesarias que exige una convocatoria de carácter únicamente nacional. Este lunes se reunirá el comité de campaña para decidir la presencia del partido durante el mes de agosto, porque están convencidos de que el candidato de los socialistas, Alfredo Pérez Rubalcaba, no se va a esperar a que pasen las vacaciones para saltar al ruedo.
Aunque les quedan muchos flecos por atar de la acción electoral, en lo que afecta al candidato, la estrategia la tienen ya bastante definida. Rajoy tiene que pulir su discurso, hacerlo más político, pero se ajustará en la plaza electoral a un guión muy parecido al que siguió el pasado mes de mayo. Su campaña será en positivo y esquivará la confrontación directa con Rubalcaba, porque para eso ya tiene segundos y terceros niveles que le hagan el trabajo.
El líder popular no alimentará la bronca que le puedan lanzar desde las filas socialistas porque dicen en Génova que España no está para peleas ni para crispación, sino para que le presenten un proyecto de futuro y de acuerdo nacional. Ese enunciado suena bien y tiene «pegada» en la calle, pero de fondo hay también un análisis partidista con la vista puesta en el voto: no contribuir, «picando en sus anzuelos», a movilizar a la izquierda.
El 22-M, Rajoy mantuvo su perfil moderado, incluso cuando por medio se cruzó a decisión del Tribunal Constitucional (TC) de rehabilitar políticamente a la coalición abertzale Bildu, y pudo sostener esa decisión pese a que en sus filas hubo algún amago de salirse del camino fijado oficialmente. En estas elecciones generales el líder de los populares tiene todavía más margen para hacer y decidir, porque llega con la autoridad extra del histórico resultado que su partido consiguió hace ya dos meses en las urnas.
El primer análisis más sosegado del adelanto electoral ha servido para que en Génova vean la mano de Rubalcaba detrás de todo el cuadro: desde el barómetro del CIS previo, «absolutamente cocinado», hasta la elección de la fecha del 20-N para los comicios, que el PP considera que dice «mucho del tipo de campaña de movilización y confrontación que va a buscar Rubalcaba».
Y frente a esa comunicación electoral, «para la división», el discurso de Rajoy –subrayan en su entorno– volverá a tener como elemento central la economía y, sobre todo, el empleo. Su equipo cree que el principal reto es el de afianzar la idea de que el único proyecto alternativo es el suyo en contraposición a un retrato del candidato socialista como el «máximo responsable del fracaso de los Gobiernos del PSOE, tanto con Rodríguez Zapatero como con Felipe González». «No podemos permitir que cale el mensaje de que Rubalcaba es algo nuevo y para desmontar esa caricatura utilizaremos todos los instrumentos a nuestro alcance», advierten desde el comité de campaña de los populares.
Ya lo hicieron el 22-M y en esta contienda volverán a utilizar el ejemplo de los Gobiernos de José María Aznar como aval para pedir la confianza a los españoles para guiar su futuro. Y también en esta campaña el ex presidente del Gobierno tendrá una importante presencia territorial. Andalucía y Cataluña son los dos objetivos estratégicos, que Rajoy, por cierto, se reserva para él en primera persona.