País Vasco
El terrorismo les impidió votar por Carmen Gurruchaga
El nacionalismo vasco sobrevivió y creció en la obligada clandestinidad del franquismo que le ayudó a magnificar la historia mitificada construida a su alrededor. Por eso, las primeras elecciones democráticas supusieron un gran triunfo para el PNV, que sumados sus votos a los de la izquierda abertzale, alcanzó el 70%; mientras que el constitucionalismo apenas llegó al 30%. El candidato peneuvista era Carlos Garaikoetxea, que en 1984 obtuvo mayoría absoluta. El nacionalismo había hecho creer a las personas que habían llegado a trabajar al pujante País Vasco desde otras regiones que en la medida que se integraran dejarían de ser marginados socialmente, entendiendo que integrarse suponía votar la única opción nacionalista que ostentaba el poder absoluto. En esa época, ETA asesinaba a miembros de las Fuerza de Seguridad del Estado y a militantes de UCD, al tiempo que chantajeaba, mataba y secuestraba a empresarios. Era el final de los 70 y se produjo la primera diáspora de empresarios y políticos de UCD. Los partidos «españolistas» tenían pocas posibilidades de tocar poder, pero se produjo una inesperada situación que les ayudó, y fue el enfrentamiento de Arzallus con Garaikoetxea, lo que condujo a la división del PNV y al nacimiento de Eusko Alkartasuna. El cisma restó poder al nacionalismo y posibilitó la entrada del PSE en el Ejecutivo de Vitoria. Fue el momento en que empezó a diluirse el concepto de dos sociedades: la nacionalista, formada por ciudadanos de primera categoría y la no nacionalista, con gente de segundo nivel. Esta «legitimación» de una parte del constitucionalismo contribuyó a que paulatinamente algunos vascos entendieran que ser vasco no era sinónimo de ser nacionalista. Así, poco a poco, fueron creciendo PSOE y PP de la misma forma que se ampliaba el terror etarra a cada vez sectores más amplios de la sociedad. Era mediados de los 90 y tuvo lugar la segunda gran diáspora. Así, el terrorismo libró al nacionalismo de sus contrincantes electorales pues las decenas de miles de vascos obligados a marcharse perdieron la posibilidad de depositar el voto a favor de los partidos no nacionalistas. Si hubieran podido votar, la suma de socialistas y populares habría ganado las elecciones autonómicas hace años.
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