Elecciones en Reino Unido
La reina Isabel II presenta los ajustes de Cameron
LONDRES- Cameron volvió a insistir ayer que el objetivo de su Gobierno era la reducción del déficit y la estabilidad económica. El «premier» ha repetido su plan una y otra vez desde que llegó a Downing Street, pero en esta ocasión la expectación era máxima. Hacía tan sólo una semana que los británicos habían castigado a la coalición en las elecciones locales por un severo programa de recortes que no ha evitado que el país entre de nuevo en recesión. Muchos se preguntaban, por tanto, si habría plan B, pero a la reina Isabel II no le tembló la voz cuando dijo que la prioridad del Ejecutivo era hacer frente al agujero presupuestario –que en marzo alcanzó el 6,4 por ciento del PIB– e impulsar el crecimiento.
Como manda la tradición, la soberana fue la encargada de presentar las propuestas del Gobierno para el próximo curso parlamentario. Fuera de Westminster, la carroza y pompa real hicieron las delicias de los turistas. Pero dentro de la Cámara, el ambiente era muy distinto. Mientras que Ed Miliband se mostraba orgulloso por el resurgir de los laboristas en las urnas, la cara de Cameron reflejaba tensión.
No hay brotes verdes, y muchas voces dentro y fuera de la City empiezan a poner en duda que el crecimiento del sector privado pueda contrarrestar la contracción del sector público, pero el líder «tory» se mostró inamovible, convencido de que la reforma bancaria que ahora se plantea abordar mejorará la situación.
El discurso de la reina –que también propuso eximir al país de los rescates en la eurozona– planteó una norma para obligar a las entidades a separar sus negocios de banca de inversión y comercial, con el fin de proteger los depósitos de los clientes en caso de quiebra por las operaciones más arriesgadas. El contenido de esta ley se basa en un informe realizado en 2011 por una comisión especial presidida por el economista John Vickers, que recomendó la división de los negocios de la banca para prevenir futuros rescates bancarios como los sucedidos en la crisis crediticia de 2008. Aparte de las medidas económicas, la reforma de la Cámara de los Lores generó gran interés. Se trataba de una de las peticiones más importantes de los liberal demócratas a la que los «tories» tuvieron que acceder en 2010 para formar coalición. Nadie sabía a ciencia cierta si estaría incluida en el discurso, pero la soberana finalmente la leyó. Eso sí, con bastantes matices.
Los de Nick Clegg quieren que para 2015 se reduzca el número de miembros –actualmente hay 800– y que el 80 por ciento sea elegido por sistema proporcional y no por el actual, en el que priman escaños designados por la reina bajo la recomendación del primer ministro o por herencia aristocrática. Sin embargo, tal y como está redactada la propuesta es imposible que se convierta en ley para las próximas elecciones.
El «premier» conservador fue astuto, ya que de haber sucumbido completamente a las súplicas de sus compañeros de coalición, sus filas se habrían revelado. El ala más radical del partido «tory» considera que sólo volviendo a los valores conservadores más tradicionales se puede recuperar la confianza del electorado que han perdido en las últimas elecciones municipales. Consciente de la presión a la que está sometido, el primer ministro también evitó incluir la legalización del matrimonio homosexual, aunque otras voces gubernamentales aseguraron que este proyecto de regulación seguía en marcha.
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