Bruselas

El ruido estalla en las ciudades

Cada 24 de abril se celebra, desde 1996, el Día Internacional de Concienciación Respecto al Ruido. Sin embargo, a pesar de los intentos de evitar los trastornos que produce el exceso de decibelios, las asociaciones contra el ruido proliferan porque éstos se multiplican.

La única solución para evitar la ansiedad y el estrés del ruido es el silencio
La única solución para evitar la ansiedad y el estrés del ruido es el silenciolarazon

La Organización Mundial de la Salud (OMS) mantiene en 65 el número de decibelios (dB) máximo que debe soportar una persona. Un límite que superamos habitualmente con el sólo uso de la aspiradora. Una conversación normal registra entre 50 y 60 dB y los estudios confirman que el sueño se altera a partir de los 45 dB. Por ello, más del 30% de la población urbana española soporta un nivel de ruido excesivo como muestran los mapas que ha recopilado el Ministerio de Medio Ambiente y que acusan al tráfico como el principal causante. Afecta a más de 12 millones de personas que viven en capitales de provincia.

Para evitar la contaminación acústica, tanto España como el resto de países de la Unión Europea han ideado programas estratégicos para combatirla. «Cada comunidad autónoma está obligada a crear un plan estratégico para no superar el número máximo de decibelios en sus ciudades», explican desde el Ministerio. Este organismo ha recopilado toda la información para crear un mapa único en el que se muestran las zonas menos recomendables para vivir sin sufrir nervios o trastornos de ansiedad: los dos principales problemas que se derivan de vivir en un entorno con demasiadas estridencias. Javier Quintero, jefe de Psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Leonor, califica el ruido como «un factor de riesgo que condiciona el nivel de estrés de una persona». Las personas soportamos cierto nivel de tolerancia al exceso de decibelios que si se supera puede llegar a convertirse en depresión. El insomnio, una de sus consecuencias más acusadas, tiene dos implicaciones directas. «Puede ser un síntoma de ansiedad o, si es prolongado, interfiere directamente con el descanso», añade Quintero. El verano y la subida del mercurio tampoco ayudan. «Es difícil conciliar el sueño a temperaturas superiores a los 23 grados. Por eso abrimos las ventanas en verano y con ello, encontramos más ruido», prosigue.

No existe una receta mágica para combatir el estrés que genera. Sólo el silencio. Pero el psiquiatra asegura que hay formas de «camuflarlo» como «acostarnos muy cansados» o utilizar otro ruido para olvidarnos del que nos perturba: «Muchos se valen de la música clásica para dormirse».
Otro de los puntos que subraya el especialista es el elevado número de jóvenes a los que se les diagnostica sordera a medio plazo y es que «el ruido de sus auriculares es ensordecedor».

Planos fallidos

Los planos que ha elaborado Medio Ambiente forman parte de la primera fase de la directiva que impone Bruselas, la segunda se completará en junio de 2012 y con ella se completarán el mapa con poblaciones más pequeñas, de más de 100.000 habitantes. En la anterior, sólo se incluían las que superaban los 250.000. A pesar de estas iniciativas, no todas las ciudades cumplen con la ley del ruido que se decretó en 2003 y fallan a la hora de elaborar planes para velar por la tranquilidad de sus calles.

Otra de las causas para el incremento de los decibelios es la nueva ley antitabaco por la que se prohibe fumar en los bares y discotecas y que ha abierto numerosas luchas entre vecinos y empresarios. El «cigarrón», como se califica coloquialmente, es una consecuencia directa de la obligación de salir a la calle «a fumarse un piti». Estas excursiones a las puertas de los establecimientes perturban, aún más, el sueño de los vecinos que viven cerca. Ni los tapones ni la insonorización logran combatir los escándalos nocturnos y los ridos que soportan los habitantes de municipios cercanos a grandes carreteras, vías de ferrocarril y aeropuertos.


«De miércoles a sábado no dormimos»
Los vecinos de la calle Progreso, en Sevilla, se están tomando un respiro. La discoteca que literalmente les quita el sueño ha cerrado sus puertas estos meses. Pero en verano comienza otro tormento: las discotecas al aire libre, abiertas de 00:00 a 7:00 horas, así como los «botellones» en los alrededores. «Mi mujer y mis hijos no duermen de miércoles a sábado», afirma Luis, de 49 años. Debido a su trabajo, que le obliga a desplazarse durante la semana, este vecino se libra de la quema. Tras llamar varias veces a la Policía, los agentes comprueban que el suelo de su domicilio vibra. «Sin embargo, ven que la licencia está en regla y se van», lamenta. Así, junto a un grupo de 30 familias, han demandado al Ayuntamiento y a la discoteca. Pero de eso hace más de un año. Mientras, hay vecinos que han hecho las maletas. «Yo mismo me iría si pudiera», confiesa.