Cáritas

La mafia por Ángela Vallvey

La Razón
La RazónLa Razón

El secretario provincial de un sindicato ha comparado a Cáritas —por abrir un supermercado para gente necesitada— con la mafia. Y con los Hermanos Musulmanes, un grupo islámico de origen fundamentalista que pretende que no haya separación Iglesia-Estado. Mafia equivale a «crimen organizado». Hermanos Musulmanes, a «sharía». La mezcla de analogías sugiere que Cáritas es la organización criminal de una religión católica integrista que pretende colonizar las conciencias a cambio de unas lentejas. Para este señor, de metáfora fácil e hiriente, Cáritas, una organización de voluntarios católicos que ayuda a comer a más de un millón de personas desamparadas cada año, ¿es, pues, una estructura criminal y clientelar que ofrece protección (contra el hambre) a cambio de entregar el alma, de captar fieles…? Esta ofensa alegórica es indicativa de una tendencia habitual: ¿por qué tan a menudo quienes militan en las filas del comunismo y el izquierdismo extremo –también del fascismo, nazismo y colectivismos en general– hacen gala de un anticlericalismo, esencialmente anticristiano, tan rudo y soez?

Hugo Chávez se dejó fascinar por Jesucristo mucho antes que por Bolívar y su primera vocación fue el sacerdocio; Fidel Castro va a misa; los cristianos marxistas abundan y formaron parte de la base de lo que fue IU en tiempos; la Teología de la Liberación cundió en su época (en Latinoamérica sigue haciéndolo) y destacados izquierdistas lo han sido en el ejercicio de la religión –cristiana en general, católica en particular– antes que en la política. Puestos a dar nombres, hasta Stalin estudió en un seminario. Ni que el comunismo fuese una tremenda declinación política del cristianismo…
Insultar a Cáritas tan sañudamente trasluce cierta envidia o deseo de querer ocupar el espacio social de la Iglesia católica. (Y por cierto: construir supermercados es mucho más civilizado que asaltarlos. Creo yo).