Crisis del PSOE
Rubalcaba: Querido y temido por Carmen GURRUCHAGA
El actual ministro plenipotenciario del Gobierno sabía, desde que le nombraron vicepresidente, que su destino era la candidatura a la Presidencia del Gobierno. Entre sus próximos ha dicho que acepta el «calvario» como un acto de obediencia, pero lo cierto es que la decisión satisface su ego y además abriga la esperanza de sacar «in extremis» un as de la manga que le permita ganar o perder con dignidad. Y es que transformar la realidad es una de sus especialidades. Es capaz de decir que «este país se merece un gobierno que no le mienta» y formar parte de uno que se ha hartado de mentir en materia económica y en asuntos antiterroristas. Es más, como portavoz del Ejecutivo de Felipe González negó hasta la saciedad los GAL y diez años después fue capaz de presentarse ante la ciudadanía como adalid de la sinceridad. Y es que es capaz de vender cubos de hielo a un esquimal. Dice lo que le interesa y conviene al margen de los hechos. Pero si no le ha ido mal con ese modus operandi es por su empatía natural, su inteligencia y habilidad. Así, en el Congreso del PSOE que ganó Zapatero a Bono, él apoyó a este último y, sin embargo, ha terminado siendo el hombre con más peso en el Gobierno del primero. Esa capacidad de seducción se extiende al mundo empresarial, social y el de la comunicación, hasta el punto de que se ha llegado a decir de unos cuantos periodistas que forman el «comando Rubalcaba», porque le defienden y apoyan.
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