Barajas
Tres horas a pie para disfrutar de una pradera con álamos blancos
La ruta, paralela a la senda natural del río Torote, parte de Daganzo de Arriba
Daganzo de Arriba, en Madrid, cuenta con la serenidad por obligación y el buen gusto como regla número uno. Es un espléndido lugar para vivir y también para buscar una pausa muy cotizada hoy en día. No por casualidad clavó su mirada Cervantes en estos lares en las páginas de uno de sus entremeses. Ahora las bondades de este lugar están al alcance de cualquier curioso, aunque no haya leído a don Miguel, todavía.
Una ruta absolutamente recomendable (en la web del ayuntamiento los interesados pueden encontrar alguna más) es aquella que se desarrolla en la margen norte del pueblo, casi llegando hasta el núcleo vecino de Fresno de Torote, y lindando con las aguas, precisamente, del río Torote, pasando por la Ermita de la Virgen del Espino. Todo aquel que se aventure debe acudir a la cita bien preparado en cuestiones de calzado y líquidos. Están garantizadas casi tres horas de sudores.
El punto de partida de la ruta es la salida de Daganzo, por la calle de Oriente, camino que guiará al visitante hasta el Parque Forestal María Marzor, el cerro del Prado, el del Buey y el de Crespo. El arroyo les seguirá de cerca, con envidia de las orillas del río. Una vez en este punto, y ya dirigiendo los pasos hacia la ribera del Torote, se supera la cuesta de Antolín y se llega más tarde, junto al curso de las aguas, a la melancólica Ermita. Impasible, sobria, atenta al vaivén de propios y extraños. Flora y faunaLa flora seleccionada en esta latitud la forman chopos, olmos, sauces y espadañas; formaciones clásicas en estos paisajes. En cuanto a la fauna, durante toda la senda el viajero tendrá la posibilidad de cruzarse con unas cuantas de las especies animales inventariadas como residentes habituales: buitre negro, águila real, águila imperial ibérica, perdiz roja y búho real.Es de agradecer el esfuerzo empleado por la administración en, no sólo preservar el patrimonio natural del municipio, sino en ampliarlo con criterio y grandes ideas. En el punto final de la ruta, de vuelta al casco urbano por la calle Fresno de Torote, se accede de nuevo a la ribera del arroyo, junto al colegio público de la localidad y una zona residencial. El excursionista puede disfrutar entonces de una relajante pradera sobre la que degustar el descanso merecido, ausentarse del mundo por un rato y alimentar, citando el entremés, «la raya de su ingenio».
En aquella pradera se levanta toda una hilera de Populus alba (álamo blanco) y algún buen ejemplar de liquidambar y magnolio. En la misma zona, se pueden admirar también una cuadriculada colección de Aesculus hippocastanum (castaños de indias) y una variada muestra arbustiva. Ahora y para hacer justicia literaria es el momento de sacar de la mochila el libro de Cervantes y volver a casa pensando definiciones de un buen día.Cualquiera puede presentarse en la zona fácilmente desde Madrid capital subiéndose al autocar de la línea interurbana 256 (que parte desde la estación de Metro de Barajas, en la línea 8). Los daganceños lo tienen mucho más cerca y pueden disfrutarlo todos los días. Calidad de vida, dicen que se llama.
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