Buenos Aires

Cristina Fernández sin rivales tras imponerse en las primarias argentinas

En Argentina, el rebote de cotización más espectacular de las últimas semanas no fue el del índice de Wall Street sino el de la frase «Cristina Fernández ya ganó». Nada había tenido una caída tan abrupta y nada se recuperó con tanto vigor como ese lema de las filas oficialistas en la campaña electoral.

 
 larazon

La presidenta logró el 50,07%, con más de diez millones de votos. La suma de todos los sufragios a la oposición no llega a equiparar el umbral del oficialismo. Ricardo Alfonsín, con el 12,17%, se ubica segundo y a muy poco margen, 12,16%, el ex presidente Duhalde. Por tanto, el resultado de las elecciones internas confirmó que la presidenta prácticamente no tiene rival con vistas a las elecciones de octubre y que está en inmejorable situación para imponerse en primera vuelta.

Por cierto que se descontaba que Cristina ocuparía la primera posición, pero la especulación estaba puesta en si podría traspasar el 40%. Dos argumentos hacían pensar que le podría resultar difícil: el primero era que ante el elevado nivel de confusión sobre el sentido de estas internas, la afluencia sería baja y perjudicaría al oficialismo. Y segundo, que la seguidilla de derrotas del kirchnerismo en las elecciones provinciales había cambiado el clima de campaña, introduciendo un elemento de desánimo entre los partidarios de Cristina.

Pero ninguna de las dos cosas se confirmó. La afluencia, pese a todo, fue muy alta, en torno de 70%, prácticamente sin diferencias respecto de los que suelen ser las votaciones presidenciales. Además, parece confirmarse la hipótesis de los politólogos, que afirman que en momentos en que la economía va bien, la gente tiende a votar a los oficialismos, sin complicarse demasiado por contradicciones ideológicas.

Desde que murió el marido de la presidenta, Néstor Kirchner, la popularidad de la Cristina subió como la espuma. Consciente de lo bien que le sienta el luto, no dudó en utilizar durante toda la campaña la figura del ex mandatario. En los anuncios del partido aparecía la figura del difunto abrazando a la gente. Tan sólo al final se presentaba ella para reclamar los votos. De hecho, sus primeras palabras fueron para su compañero. «Esto es ante todo para él, sobre todas las cosas para él», dijo, con lágrimas en los ojos.

Por otro lado, lo que se constató el domingo es que el oficialismo parece haber elegido la estrategia adecuada al centrar su campaña en la situación económica. Las encuestas demuestran que la opinión pública tiene como preocupación fundamental la estabilidad en el empleo.

«Boom» económico

Nada espanta más a un argentino que el temor a quedarse sin trabajo. De modo que ni las denuncias de corrupción, ni las críticas a la inflación ni a la manipulación de las estadísticas, ni siquiera los problemas de inseguridad urbana son suficientes para torcer el ánimo electoral en un momento de baja tasa de desempleo (la presidenta anunció la semana pasada un nivel de 7%, el más bajo en dos décadas). Para completar, el dólar está bajo y estable.

Ante ese combo electoralmente potente, ningún candidato opositor logró erigirse como alternativa lo suficiente atractiva como para aglutinar el sentimiento «antikirchnerista» que sigue existiendo fuertemente entre los sectores de clase media de las grandes ciudades argentinas y en los sectores del campo, que quedaron resentidos por la «guerra de la soja» desatada en el año 2008.