Mónaco
Vuelven los buenos tiempos
Todavía estábamos paladeando la vuelta de Ana Obregón al bikini veraniego cuando llega la noticia más grande y más esperada, Alberto de Mónaco se casa y lo hace con su Charlene de toda la vida. Aparece la rubia nadadora en la foto oficial del compromiso con un deliberado parecido a Grace Kelly, parece un plano de la estrella y luego princesa en «La ventana indiscreta». Decía José Antonio Naranjo en «Herrera en la Onda» que el deportista príncipe se casará, pero que nadie, ni tan siquiera su mujer, le va a quitar el derecho a besar con todo entusiasmo a los ganadores de los grandes premios deportivos. La boda no tiene fecha todavía, hay que suponer que será muy pronto, no sería razonable después de estar 25 años esperando a que Alberto se decidiera entre el altar o el día del orgullo gay tener un largo noviazgo oficial que pudiera dar al traste con el mismo. Es tiempo para pensar en el desamparo en que se quedan las princesas monegascas, sobre todo Carolina, sin ejercer de primera dama del Principado, al tiempo que pierde el tratamiento de Alteza Real, una vez que se divorcie oficialmente del belicoso Ernesto de Hannover. De todas formas lo verdaderamente importante es que Alberto se casa y esto demostrará que no hay nada imposible, el optimismo vuelve, puede ganar incluso «la roja», me cuentan que Zapatero, al enterarse de la noticia, dijo aquello de «si Alberto puede, por qué no puedo yo ganarle a Rajoy».
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