Deportes
Fuera de juego
Ni una sola de las cuatro hipótesis que maneja la Unión Ciclista Internacional y la Agencia Mundial Antidopaje como posibles conductores del clembuterol hasta el organismo de Alberto Contador aporta conclusiones definitivas. El origen podría ser un suplemento energético, acaso; o una autotransfusión, sospecha levantada por restos de plástico obtenidos con un método no homologado, por tanto, falible; o la aplicación de microdosis del dichoso clembuterol, o no, porque los controles anteriores y posteriores al del 21 de julio eran todos negativos; y, por último, la esgrimida por el ciclista, que el solomillo irundarra fuera la madre del... ternero. La carne contaminada sería su salvación si en el establecimiento donde fue adquirida se hubiese reproducido en compras posteriores, que se han hecho, el pecado. La UCI, que ha enviado el informe a la Federación Española para que abra expediente disciplinario, fue la primera en sugerir a Contador que los 50 picogramos (un picogramo es un billonésima parte de un gramo) podrían proceder de una contaminación alimentaria. La AMA acusa y exige una sanción porque el artículo 2.1.1 del Código Mundial Antidopaje no deja lugar a dudas: cualquier traza de clembuterol es positivo. Sin embargo, es una cantidad tan ínfima que admite cualquier supuesto, desde la inocencia al acto de fe, pasando por la sanción de uno o dos años y la consiguiente pérdida del Tour. En fútbol, si el árbitro tiene dudas en un «off side», no debe sancionarlo. Si Contador es culpable, tuvo que ser castigado el 24 de agosto; si su caso ofrece dudas razonables, chitón, a callar. Si se dopó, se le espera, seguro que repite y que caiga sobre él todo el peso de la ley. Así, quien ha quedado en fuera de juego es la UCI.
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