Niñ@s por María José Navarro

A servidora, al contrario que a Carlos Fabra ( injustamente olvidado como candidato al Ministerio de Economía) no le ha tocado un duro en la lotería. Nunca. No ayer, ni el año pasado. Nunca. Dirán Vds. que menuda novedad, que a Vds. tampoco. Hasta ahí vamos bien, porque coincidimos. Lo singular es que yo nunca compro. Nunca. No para ayer, ni para el sorteo de Navidad del año pasado. Nunca. Dirán Vds. que estoy imbécil. Casi siempre lo soy y en estas cosas tampoco hay novedad reseñable. Vamos a ver, lo que yo digo es que, a pesar de no gastarme un duro en décimos, no me importa que le toque a mis compañeros de curro, y eso me salva. Es más, a mí me encantaría que le tocara a algunos compañeros de curro y que se pusieran millonarios perdidos y que dejaran el trabajo y así no tenerles que ver jamás, pero no me cae esa breva. Ahí siguen, mecachis. Eso ya no me salva. El caso es que sigo el sorteo como las vacas miran a los trenes, aunque este año, tengo que decir, he sentido mucha pena por los niños de San Ildefonso. No hay derecho. Ya sé que las chicas desarrollamos antes y todo ese rollo, pero a esos pobres niños, cantando al lado de esas bigardas altísimas y grandísimas, daban ganas después de darles un abrazo y una yema con Quina Santa Catalina. Gracias al cielo, Ana Mato se hace cargo del Ministerio de Igualdad, y estamos seguros de que pondrá un especial empeño en reparar esas diferencias, profundamente dolorosas. Yo la veo remangándose. Con cuidado, porque el jersey será bueno, eso sí.