Actualidad

Legislatura decisiva

La Razón
La RazónLa Razón

El Rey, acompañado por la Reina y los Príncipes de Asturias, presidió ayer en el Congreso la solemne apertura de la X Legislatura, un tiempo marcado por la crisis económica que ha abocado a la nación a una de las más críticas encrucijadas de la historia democrática. Don Juan Carlos ya dejó patente en el brillante discurso de Navidad que España afronta un desafío de la máxima exigencia y que la realidad del paro desenfrenado y su impacto sobre las familias requiere que nuestra clase política dé lo mejor de sí misma. No es momento para la política con minúsculas, las rencillas ridículas o los tacticismos trasnochados, sino para trabajar desde la lealtad, con derecho a la discrepancia, pero situando el interés general y el bienestar de los españoles como prioridades. El Rey insistió ayer en esas claves en sus palabras ante los diputados y senadores, que también supieron reconocer su servicio a España y su entrega absoluta en la defensa de la democracia, la libertad y la prosperidad de los ciudadanos con un intenso, emotivo y más que merecido aplauso de dos minutos largos.

Consciente de que tenemos por delante años decisivos que marcarán el devenir de varias generaciones de españoles, Don Juan Carlos insistió en la exigencia de la unidad para contribuir a la «superación de la crisis y sus negativos efectos para los ciudadanos», que demandan una actuación «responsable, solidaria y efectiva». Abundó en la convicción de que «un mayor entendimiento» entre los partidos es lo que esperan los ciudadanos de sus representantes políticos. «Voluntad de compartir desde el derecho a discrepar». Habló también de que el trabajo de los parlamentarios debe contribuir a «reforzar la confianza» en las instituciones. Hay un convencimiento de que existe una labor por realizar para que los ciudadanos crean en el Estado de Derecho.

El solemne discurso fue el reconocimiento de la realidad compleja que nos afecta, pero también un acto de fe en las posibilidades de España para sobreponerse a la adversidad y un requerimiento a Gobierno y oposición para que estén a la altura. Don Juan Carlos lo dijo más tarde en un aparte con los medios de comunicación: serán unos años duros para todos, pero hay que estar ahí, trabajando «con ilusión y ganas».

Como hemos mencionado, la legislatura que ahora arranca será decisiva para regenerar el país, despojarnos de los desequilibrios que nos lastran y recuperar la condición del liderazgo. No es, por tanto, una etapa política más. El espíritu de la Transición parece presente pero, sobre todo, necesario. Los políticos no pueden distraerse de lo esencial. Hay que sumar y no restar. Los españoles sabrán reconocer y recompensar a quienes en un instante crucial antepusieron el bien común a cualquier otra circunstancia.