Moda
Rendidos ante Balenciaga
«Una mujer no tiene necesidad de ser perfecta, e incluso hermosa, para llevar mis vestidos, el vestido hará esto por ella». El maestro Balenciaga estaba ayer en el aire de su templo marinero, de su Guetaria natal.
La Reina presidió la inauguración de su museo rodeada de numerosas personalidades. La apertura de la cortinilla por parte de Doña Sofía puso así punto y final a diez años de sinsabores relacionados con su apertura, que incluso contó con capítulos de crónica negra, como la «desaparición» de varias piezas. Las 90 escogidas para esta muestra sí estaban ayer, iluminando las salas. Ni Jaime de Marichalar o Nati Abascal, ambos asiduos a cualquier evento relacionado con la alta costura, ni Beatriz de Orleans –vestida de Pedro del Hierro y que acaba de poner en marcha la Asociación Española del Lujo– ni Carla Royo-Villanova, perdieron detalle de los trajes del genio de la aguja.
Una boda en el recuerdo
Carmen Martínez-Bordiú, acompañada de José Campos, volvió atrás en el tiempo al recordar su boda con Alfonso de Borbón. Llevaba un vestido firmado por el modista. En la larga lista de 375 invitados no podía faltar tampoco el presidente fundador de la Fundación Balenciaga, el francés Hubert de Givenchy, ni su vicepresidenta, Sonsoles Díez de Rivera, que mostró su satisfacción por haber puesto un broche de oro a una labor en la que reconoce haber sufrido. La ministra de Cultura, Ángeles Gonzalez-Sinde, que eligió para la ocasión un modelo negro de Nihil Obstat, disfrutó también de la compañía de diseñadores como Amaia Ocariz, Jon Fiz, Juan Duyos, Blanca Zurita, Fernando Lemoniez y los hermanos Iñaki y Aitor Muñoz, creadores de la firma Ailanto. Todo olía a Balenciaga, incluso el cocktail. Hasta las anchoas de la zona «entre alfileres» que sirvió Bokado en colaboración de Juan Mari Arzak, le rindieron merecido tributo.
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