Aeropuertos
OPINIÓN: Qué inmenso error / Por Martín PRIETO
Hace décadas una huelga salvaje de controladores dejó en el suelo el espacio aéreo francés. El Gobierno implementó en esos momentos el llamado «plan Clément Marot», sustituyendo a los civiles por controladores militares. Teóricamente son los mismos pero tienen libros de estilos distintos: el slang provoca confusiones y el inglés aéreo puede diferir, porque no es lo mismo aproximar un caza bombardeo supersónico que buscarle un corredor de espera a un Airbus subsónico.Entonces, tras una serie pertinaz de malentendidos, un avión de Iberia viró hacia donde no debía, colisionando con otro aparato de Spantax dejando un tendal de víctimas.Nunca más se ha intentado repetir la experiencia. José Blanco, ministro de Fomento, vuelve a ser «Pepiño», proponiendo controladores militares para suplir a los estresados. Como es joven no tiene memoria de las hemerotecas. Estamos, como en la comedia francesa, entre el enfermo imaginario y el médico a palos. El estrés de nuestros controladores es recurrente cada verano, como unas tercianas, y se manifiesta como el Bacilo de Koch trasmitiéndose a través del aire. Probablemente éste es el colectivo mejor pagado de España con una palanca en la mano en el momento más inoportuno gracias a las horas extraordinarias que tanto fatigan a sus neuronas.Toman a los pasajeros como rehenes inocentes porque negocian con el Gobierno con una palanca oportunista.Han acabado en profesionales del abatimiento y el ventajismo. Pero si los militares trepan a las torres civiles de control, les aconsejo que viajen en tren.
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