Sociedad

La lotería de los niños

La Razón
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Acabo de ver en la televisión el anuncio de la lotería de navidad de este año. Se inspira en la fábula de Alicia en el país de las maravillas. No sé si es uno de los cuentos que la gran Bibiana Aído quiere retirar de la circulación por machista –el cuento, no ella, aunque no sabría qué decirle si atendemos a sus teorías cada día más incomprensibles–. Pero no se trata de Bibiana, ya que seguro que, un día, fue una niña normal y corriente. No entiendo tanta preocupación artificial por los cuentos que leen los niños y tan poco interés real por ellos y su vergonzosa explotación.
La utilización de los niños en la publicidad roza lo inmoral y lo estrambótico. Haga la prueba la próxima vez que encienda el televisor. Los anuncios utilizan sin rubor a niños de todas las edades para vender coches de bajo consumo y máxima tracción, servicios de línea ADSL, rollos de papel higiénico, ambientador de baño como el de Pablito, champú de camomila, pan de molde sin cortezas, tarifas planas de móvil, un detergente que combate las manchas de las camisas, polvos para preparar flanes y gelatinas, más polvos para preparar un pollo en el microondas, ofertas de grandes cadenas de supermercados, un seguro de vida que da gusto morirse, galletas, maíz para ensaladas, queso fresco que se deshace en la boca, zumos, mantequilla, pizzas, agua mineralizada, fascículos de una nueva colección sobre pájaros, un limpiador con lejía que arrastra la suciedad.
Ver a un niño anunciando pañales o polvos de talco es una entelequia. Desconozco cuál será el límite pero no creo que falte mucho para ver a un bebé vendiendo tampones, condones, alcohol o crema para hemorroides. Al tiempo.