Corea del Norte
Guardiola no mea colonia
En Daegu, donde el atletismo español habría rozado la paraplejia de no ser por Natalia Rodríguez, al deportista que pasaba el control antidopaje le rodeaban de espejos para que no hiciera trampas. Harry, que de joven se atracó de tortillas anabolizadas, después de una incursión en Corea del Norte para informar de la carrera nuclear de Kim Jong-il, cruzó la frontera y estuvo en el Mundial surcoreano. «Nunca pasé un control ‘‘antidoping'' tan riguroso; claro que yo competía para ser actor, no para ser campeón de fisioculturismo. Dudo que en el fútbol sometan a los jugadores a algo parecido, menos aún a los entrenadores». «¿A los entrenadores?», pregunta Helen, «¿por qué habrían de pasar un control ‘‘antidoping'' los entrenadores». Harry vuelve a sorprendernos: «¿No dicen que Guardiola mea colonia? Es preciso constatarlo. Si fuera cierto trascendería lo paranormal». Alto, stop. Antes de que suban a un Harrier para familiarizarse con el aterrizaje y el despegue vertical, aclaro a la pareja: «Decimos que alguien mea colonia cuando sus palabras desprenden un halo de santidad. Y no, no es el caso de Guardiola». «¿Lo ves?», interviene Helen, «te dije que había prohibido a sus jugadores hablar con los de La Sexta porque «es madridista». Cuando no gana saca los pies de las, de las… ¿Cómo se dice?»; «alforjas, Helen, eso que…». «Sí, ya sé. No aguanta la crítica; ahora dice que el Barça no va a ganar ningún título. Pep no mea colonia; es tan bocazas como Mourinho». Sabía que «Mou» no se iría de rositas.
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