Historia
Pitita dio una lección de elegancia en televisión por Jesús Mariñas
Demostró que no todo está perdido. Dios nos protege, y más a Pitita, siempre tan elevada más allá de su tipazo tan estilizado como cuando viajaba con Pat Kennedy y Julio Ayesa. En Canarias todavía recuerdan aquel impacto. Parecía que los programas tipo «DEC» y «Sálvame» parecían paraísos perdidos para los grandes personajes, esos que no desmenuzan tragedias ni gimotean falsas desgracias al aire de Mila Ximénez, tan maltratada por el huído Rodríguez Menéndez. Los espacios, y lo sé por experiencia, parecían condenados a busconas, aireadores de trapos sucios, investigaciones de lo más bajo... Me considero pionero en eso de extraerles lo menos presentable. A fin de cuentas, «Tómbola» marcó época, creó escuela y fue aula magna. De allí venimos todos, porque los que nos visitaban en Canal 9 durante ocho años, aprendieron la lección. Y de ella van tirando.
De ahí lo refrescante que ha sido ver a Pitita Ridruejo en las madrugadas de Jorge Javier Vázquez. Qué lección de mundo, clase, de encajar sin descomponer su característico peinado ni manotear, como hace la mayoría. Ni un grito, tampoco voces destempladas o declaraciones incómodas. Estaba como en casa, perfecto el gesto de distanciadora ironía frente a la proximidad con Lydia Lozano y Mila, que no tuvieron el contrapunto de Kiko Hernández o Raquel Bollo. Hasta ahí podíamos llegar. Aunque Pitita los admitiría porque se encuentra por encima de cualquier contingencia, incluso las más deplorables. Jorge Javier estaba en la gloria y hablaron de tú a tú aunque la aristócrata mantuvo las distancias sin bajar la guardia ni el buen tono. Magnífico su quite cuando el astuto presentador quiso enfrentarla con Nati Abascal. «Es de la familia, porque su hermano Antonio, el mayor y ya muerto, fue mi consuegro, no puedo menos que adorarla», aseguró.
Desplegó galanura, estilazo de gran señora y un encanto especial sin que se le moviese ni una de sus largas pestañas y luciendo un esmeraldón como sortija con un tamaño de los que no abundan. No soltó el bolsito, muy al aire «british», demostrando que sin acritud, también se puede entretener. Por eso me cae tan bien. Y cuidado que volviendo de la boda del duque de Feria y compartiendo coche intenté sonsacarle algún comentario menospreciador. No lo conseguí. Visita antológica la de Pitita. Ojalá varíen las directrices programadoras. Va siendo hora.
✕
Accede a tu cuenta para comentar