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Desde Helsinki sin amor

En Finlandia, su apellido es casi sinónimo de cine. Junto a su hermano Aki, Mika Kaurismaki comenzó a rodar películas independientes hace tres décadas. Con los años fundó una conocida productora y un festival. Hoy, el cine finlandés no se entiende sin ellos, aunque el cineasta, afincado en Brasil, asegure: «Siempre he sido un "ousider", incluso cuando vivía en Finlandia».

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A España llega ahora «Divorcio a la finlandesa», una cruda comedia de 2009 sobre un matrimonio acomodado en proceso de desintegración con guiños al Helsinski más marginal, ya que el marido contrata a una chica de compañía, a la que persigue la mafia local, para que simule ser su amante y así lograr que su esposa abandone el hogar.

«Creo en la felicidad, soy una persona muy optimista. Normalmente busco las cosas buenas de la vida, me parece que soy constructivo. Y feliz, siempre pienso que el mejor momento es ahora. Pero en las películas has de buscar cierta confrontación, y la realidad está ahí. A menudo mis historia tratan de personajes marginales, en los que se da ese choque», explica en Madrid Mika Kaurismaki sobre el tono agridulce de su cine. Y reconoce: «Me encanta mezclar géneros, como en esta película: lo hago de forma consciente, aunque no sea bueno comercialmente».

Un país que cambia
Esa mezcla de drama y comedia lleva a escenarios y personajes contrapuestos: los burgueses en una casa de diseño a la orilla del lago y el lumpen de bares infectos. ¿Dos países distintos? «La película muestra una nueva Finlandia que está cambiando: está la mafia, que es algo reciente, y ese estilo de vida urbano, que también es algo nuevo. Puede decirse que es un filme sobre ese nuevo país». Una Finlandia «mucho más conectada con el resto del mundo». Algo que tiene sus inconvenientes: «Algunas personas vivían en paz, en el campo, y ahora han de adaptarse a grandes ciudades; eso lleva a divorcios y a familias que llevaban generaciones habitando en un mismo hogar o pueblo que han de mudarse. Ha desaparecido la sensación de seguridad».

A pesar de las diferencias entre el cine de ambos hermanos, a menudo a Mika se le aplica la misma etiqueta que a Aki: «La gente habla del estilo Kaurismaki, pero se refieren más a él, porque yo hace quince años que no rodaba una película en Finlandia. Antes sí, estaba muy involucrado en ese estilo que desarrollamos. Jarmusch me decía: «Lo odio, la gente espera una película de Jim Jarmusch, pero yo quiero hacer algo diferente». Si lo hacía, le decían: «Esto no es Jim Jarmusch». Y si les daba lo que esperaban, protestaban: «Ya se está copiando a sí mismo». Y añade con humor: «En mi caso, nadie sabe qué esperar. Ni siquiera yo. Y eso me gusta. Quizá cuando envejezca tenga mi propio estilo».


EL DETALLE: EL FINÉS BRASILEÑO
Mika Kaurismaki (debajo) vive desde hace años en Río de Janeiro y ha desarrollado una vertiente de documentales musicales sobre música brasileña. «Finlandia se ha convertido en un país más exótico para mí. Solía ser al revés», sentencia el autor. La trayectoria de Mika y Aki tiene alguna similitud y muchas diferencias. Mika optó hace años por la variedad y el exotismo: combina la ficción con documentales musicales sobre Brasil y África.