La entrevista de Amilibia

El cielo puede esperar

La Razón
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Muchos no quieren saber nada de Dios. No tienen fe en sí mismos. Consecuentemente, no creen en nada que no sea el poder material. Lógico que cuando éste falle, se vean perdidos. El CdR insiste en hacernos creer que sin dinero no somos nada. La vida pierde su valor, y escasea el amor, que es lo único que nos sana y da esperanza. Por eso algunos optan por la «salida exprés» antes que afrontar los reveses vitales. Las personas con autoestima baja, cuya dignidad está mermada, se hunden en el victimismo arropándose en la desolación, no asumen sus responsabilidades ni luchan. Los resultados no deseados (fracasos) son una combinación de acciones y omisiones. La actitud es fundamental: hay quien se levanta y se crece ante las dificultades. ¿Cómo lo logra? Agarrándose al alma, creyendo en uno mismo, empeñándose en salir adelante, luchando, estando dispuesto a hacer lo que haga falta. Los ganadores siempre tienen un plan, los perdedores siempre tienen una excusa. «SanZPdelasruinas» les hizo creer a muchos españoles que les «resolvería su vida», su hambre emocional y su casi nulo sentido común les hizo morder el anzuelo envenenado. La humanidad ha sobrevivido a guerras, diluvios, plagas, y superado catástrofes diversas. Ergo, nosotros también. La máxima a creer: «Si otro puede, yo también». El dinero va y viene. Para todo hay solución, menos para la muerte. Cada uno de nosotros es un regalo del Cielo. Cada vida es una oportunidad para aprender a ser feliz. «La vita é bella». Encontrar la misión vital ayuda a darle sentido a nuestra existencia. En nuestro interior hay valores, herramientas, capacidades y fórmulas para salir adelante. Hay que desterrar todos los «no puedo» y «no es posible». Mejor pintar una puerta a la esperanza y un sol. En todo mar de problemas hay una isla llamada oportunidad. No sé si hay otra vida pero yo enseño a la gente a ser lo mejor de su vida. Esparcir alegría. Mejor dejar una huella de risas y abrazos amorosos en el alma de quienes nos amaron que un bofetón de tristeza yéndonos sin decir adiós. Haz que tu paso por esta vida y por la de los demás haya merecido la pena. Haz que la espera del cielo merezca la pena.