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Juan Rosell: «Aunque duela Rajoy tiene que curar al enfermo»

Juan Rosell: «Aunque duela Rajoy tiene que curar al enfermo»
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La entrevista con el presidente de la CEOE, Juan Rosell, concertada el día después de firmarse el segundo acuerdo para el empleo y la negociación colectiva con los sindicatos, se celebró en su despacho de Barcelona. Rosell, ingeniero industrial, empresario e hijo de empresario, nos detalló cómo se tejió este acuerdo y cómo en más de una ocasión las negocaciones estuvieron a punto de saltar por los aires. Finalmente, quisieron acelerar el paso para que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, pudiera llegar a la Cumbre Europea de este lunes con un acuerdo debajo del brazo. Nos explica que su relación con los sindicatos es excelente, y que unos y otros han dejado de lado muchos de sus principios porque la situación de emergencia en la que se encuentra España lo requería.

–Hemos alcanzado los casi 5,3 millones de parados. ¿Cómo valora estos datos?
–Desgraciadamente malos. Parecía como si no fuera posible destruir más empleo, pero se ha demostrado que no ha sido así. España tiene el grandísimo problema de ser el país que más empleo ha destruido en esta crisis, casi tres millones. Pero también fuimos el primer país que más empleo creó cuando estaba creciendo la ocupación.

–¿Por qué destruimos tanto empleo?
–Aquí, cuando creamos mucho empleo, también teníamos un 8% de paro, y ésa es la irregularidad estadística y real que nos encontramos. En otros países, cuando tenían empleo, tenían un paro del 2% y el 3%. Esto significa que en España había mucha gente con oportunidad de trabajar y no quería. A partir de ahí abrimos las fronteras y vinieron alrededor de seis millones de personas, y de esas personas muchas trabajan y otras no. Un dato estadístico que distorsiona las cifras del paro es el de los prejubilados. Cada año tenemos 140.000 prejubilados más apuntados en las listas del paro, y son gente que no tiene ninguna intención de volver a trabajar. En otros países este colectivo estadísticamente no está en paro. Por tanto, en España la forma de contabilizar a los parados debería empezar a revisarse igual que se ha hecho en otros países. Tenemos unos datos que dan la sensación de que España está fuera del mundo, fuera de Europa.

–¿Cómo fueron esas negociaciones con los sindicatos?
–Nuestra relación personal con ellos es buena, nos lo dijimos todo, con todos los argumentos y explicaciones, y les transmitimos todas las ideas que nos llegan de todas nuestras organizaciones empresariales. Por tanto, ante la gravedad de la situación, la excepcionalidad. Hemos conseguido dar un paso adelante que era absolutamente imposible de dar en tan poco tiempo. Los sindicatos han hecho sacrificios y esfuerzos.

– ¿Dieron en algún momento por fracasadas las negociaciones?
–Más de una vez, y por ambas partes. Los sindicatos nos decían «hasta aquí no podemos llegar», y nosotros «esto es demasiado poco». Pero yo creo que al final ha salido un acuerdo de salarios tremendamente novedoso, partiendo de la base de que teníamos que tirar por tierra un acuerdo que habíamos firmado en 2010 que establecía para 2012 aumentos salariales de entre el 1,5% y 2%. Había que destruir una cosa que habíamos creado nosotros mismos. En definitiva, pretendíamos hacer cosas radicalemente distintas a lo que se estaba poniendo sobre la mesa. La moderación salarial del 0,5% que se ha hecho para este año ha sido importante, también que se haya establecido que los incrementos salariales no vayan ligados a la subida del petróleo. Y que de cara a 2014 hayamos ligado la subida de salarios con el crecimiento del PIB y con otras variables que hasta ahora no estaban contempladas –como el crecimiento de los beneficios– ha sido algo revolucionario. En nigún país de Europa los sindicatos y empresarios lo han firmado. Por tanto, esa imagen de que aquí somos unos carcas no es cierta; se ha demostrado que somos unos revolucionarios.

–¿Qué ha cambiado en esta negociación respecto a la del año pasado, cuando los acuerdos con los sindicatos fueron imposibles?
–Repito, la excepcionalidad. Estamos con el agua al cuello, y a todos nos sale el instinto de supervivencia total y absoluto. Aquí en España, cuando una empresa tiene problemas, la solución es el paro, mientras que otros países buscan soluciones como la reestructuración o mantener la situación en «stand by» a la espera de otros tiempos. Lo que hemos hecho es intentar que las cosas cambien, aunque probablemente lo hayamos hecho tarde. Con esto no hemos arreglado todos los problemas.

– ¿Ha sido un acuerdo satisfactorio para la CEOE?
– No, en absoluto. No es el acuerdo de la CEOE, ni de Cepyme, pero tampoco de los sindicatos. Los acuerdos son pactos, y son para tirar adelante. Pero es mejor hacer muchos pactos, uno detrás de otro, que no hacerlos. Era muy importante también en clave interna y en clave externa que la sociedad entendiera que los interlocutores sociales somos lo suficientemente pragmáticos para ir haciendo cosas. La situación de excepcionalidad, de emergencia, también nos ha ayudado.

–¿Alguna anécdota de esta negocación?
–En los momentos de calentamiento, durante las conversaciones, las alusiones al fútbol fueron importantes. Ignacio Fernández Toxo y yo somos del Barcelona, Cándido Méndez y José María Lacasa, del Madrid. El más forofo soy yo. Propuse que fuéramos juntos al partido de fútbol Madrid-Barcelona, pero la idea no cuajó.

–¿Qué es lo que más costó aceptar a los sindicatos? ¿La moderación salarial?
–Los sindicatos han hecho un ejercicio de responsabilidad. Hemos de vivir en la realidad, y lo que no podemos decir es que vamos a hacer esto si la realidad es otra. En estos momentos hay unas dificultades tremendas en las empresas españolas, más de la mitad de las que pagan el Impuesto de Sociedades están en pérdidas. La realidad es muy complicada, y la premisa por encima de todo fue el mantenimiento del empleo.

–¿Ayudará este acuerdo a frenar el paro?
–Ése es el objetivo. No solamente a frenar el paro, sino también tratamos de decir a quienes quieren arriesgarse y crear un proyecto empresarial nuevo que no tengan miedo, que en el caso de que este proyecto sea un fracaso pues que cerrarlo es posible. Ése es el cambio filosófico que necesita España, que intentemos hacer el máximo número de negocios, de empresas.

–¿Han hablado con la ministra de Empleo, Fátima Báñez?
–Sí, y con todo el mundo. La posibilidad de haber llegado a un acuerdo de moderación salarial ya nos la pidió Zapatero el pasado agosto.Y este pacto de moderación salarial también ha venido muy condicionado por la congelación del salario de los funcionarios y del salario mínimo. Y es de justicia social que el sacrificio venga de unos y de otros.

–¿Considera necesario que el Gobierno legisle y presente su reforma laboral?
–Hay temas que quedan abiertos, y trataremos de ponerlos encima de la mesa para que el Gobierno opine, como el tema del absentismo, de la resolución extrajudicial de conflictos o de formación. Ahora el Gobierno nos tiene que indicar hacia dónde quiere ir y hacia dónde quiere que vayamos nosotros. Pero tiene que ser él quien se ponga al frente de todas estas cosas, porque nosotros llegamos hasta donde podemos. A partir de ahí es el Ejecutivo quien debe decidir.

–¿Les ha explicado cómo va a ser su reforma?
–No. Han llegado hace dos días y tienen que digerir todas las cosas que les estamos explicando. Después tendrán que pensar y, en función de todo esto y de su política económica, decidir. Hay que pensar que tenemos Gobierno desde hace sólo un mes.

–¿Qué cambios debería introducir esa reforma?
–Que sea fácil de entender, práctica, que no judicialice todo. Que clarifique el tema del despido objetivo. No puede ser que el 75% de los despidos en este país sean improcedentes. Reducir el número de contratos y eliminar las bonificaciones a la contratación también es importante. Ningún empresario va a contratar porque se le bonifica, contrata porque lo necesita y nada más.

– ¿Qué hay que hacer para incentivar la contratación?
–Hacer fácil la entrada y salida del mercado laboral.

–¿A costa de rebajar el coste del despido?
–Sí, básicamente. Se dice que en España existe el despido libre. Pero a un coste que muchas veces las empresas no pueden afrontar, especialmente las pequeñas, y entonces al final cierran. Nosotros pedimos igualar el despido a la media europea.

–¿Le sorprendió la subida de impuestos de Rajoy?
–Sí, porque no lo recogía en su programa. Pero cuando ves al enfermo en el quirófano, lo abres y a partir de ahí operas. El Gobierno está viendo lo que hay, y lo que tiene que hacer es tomar decisiones para que el enfermo no se muera, aunque no nos guste pagar los impuestos más altos de Europa junto con Suecia, y especialmente en Cataluña.

– ¿Cómo le sentó que el Gobierno redujera las subvenciones que recibe la CEOE?
–Por nuestra parte no hay ningún problema. Nuestro objetivo es que lo que viene de nuestras organizaciones empresariales y socios sirva para nuestros gastos. Si no recibimos nada más de fuera, pues no pasa nada, pero tampoco pensemos que las organizaciones empresariales vivimos de las subvenciones. Las cuentas de la CEOE a partir de ahora van a ser auditadas, publicadas y estarán al alcance de todo el mundo. Ese mito de que estamos todos subvencionados hay que explicarlo mejor.

–¿Qué espera de este 2012?
–Que acabe pronto. No hay soluciones mágicas. Si al final hacemos los esfuerzos, vendrán los resultados. Pero no vienen de un día para otro, y este año va a ser muy duro, muy complicado, por eso espero que acabe pronto.

 

EN PRIMERA PERSONA
En sus intervenciones públicas, Juan Rosell siempre hace alusión a la dificultad de montar una empresa en este país. En alguna ocasión la llegó a calificar de «un vía crucis que sólo unos pocos están dispuestas a asumir». Por eso, ha sido siempre un defensor de la simplificación de las leyes, de la eliminación de las trabas burocráticas y administrativas. Para el presidente de los empresarios, uno de los grandes defectos de este país es no ayudar a crear empleo y para cambiarlo sostiene que es imprescindible facilitar la entrada y salida del mercado laboral. Este empresario catalán, gran aficionado al fútbol, nos explica que en los momentos más complicados de la negociación con los sindicatos, llegó a proponerles ir a ver el partido Barcelona-Madrid, propuesta que finalmente no cuajó