Asturias

«Nuestro querido Don Manuel»

Los Príncipes y la cúpula del PP arropan a la familia en el funeral de Madrid. Rouco Varela elogia a Fraga por su noble servicio a España

«Nuestro querido Don Manuel»
«Nuestro querido Don Manuel»larazon

MADRID- Quince minutos antes de que comenzara la misa, las campanas de la catedral de la Almudena redoblaron su tañir. Las cuatro campanas gallegas, regalo de la Xunta de Galicia en 1999 cuando Manuel Fraga era presidente, lloraban por su «patrón».

La planta en forma de cruz de La Almudena se quedó pequeña para acoger a sus dos familias, la personal y la política. Ayer fue el día escogido por el Partido Popular para rendir homenaje en forma de plegaria a su presidente fundador. Simpatizantes, afiliados, amigos, los que le conocían y los que sin tratarle también le querían, todos, acudieron a arropar a la familia.

La catedral enmudeció con el primer aplauso dirigido a los hijos del presidente fundador, herederos del cariño que todos sentían por él. El segundo aplauso iba dedicado a los Príncipes de Asturias, Don Felipe y Doña Letizia, que presidieron la «última despedida de España» a Fraga.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ocupó el primer banco acompañado de los Príncipes de Asturias, el mismo en el que Fraga se sentaba en cada celebración que se oficiaba en la Catedral, porque quería estar cerca del altar, en primera fila, a los pies de la cruz.
Su amigo, su paisano de Villalba (Lugo), el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela ofició la misa concelebrada para «nuestro querido Don Manuel».

Rouco Varela destacó la dedicación y «el servicio a España» de Fraga en circunstancias «no siempre fáciles». Durante la homilía, el cardenal recordó lo querido que fue el presidente fundador por su familia y por sus amigos, «los de la vida política y académica». Entre los bancos hubo asistentes que derramaron alguna lágrima mientras el órgano entonaba el himno de España.

Era una persona «admirada y respetada por los ciudadanos, que no olvidarán nunca su entrega a la sociedad de noble servicio a España», dijo. El presidente fundador del PP dedicó «16 años a Galicia, que ponen una nota admirable de ternura personal y, a la vez, de auténtica, sencilla y comprometida humanidad». Desde muy pequeño, Fraga, fue educado en los valores de la fe cristiana que le inculcó su madre, María, y eso le llevó a «defender el derecho a la vida, desde el primer momento de su concepción hasta el último de la muerte natural, de una manera admirable». Porque más allá de ser un buen gallego «la iglesia lo ha tenido por hijo y los madrileños como uno más».

Rouco ensalzó la figura política y humana de Fraga, «la historia personal en su dimensión pública y en la esfera privada está llena de buenas obras: de datos elocuentes de una vida regida por principios intelectuales, morales y espirituales fundados en la verdad de la Ley y la gracia de Dios», señaló tras destacar que sirvió a España «con toda la nobleza de su gran corazón».

Fraga, recordando el final de Loyola de Palacio se consolaba con estas palabras: «Desde el cielo está haciendo más por todos nosotros. Estoy persuadido de que nos encontraremos». Pues eso, Don Manuel.