Barcelona
La mosquita muerta
De siempre he recelado de las mosquitas muertas. Son demoledoras. Una apariencia de sosiego, reflexión, bondad y amabilidad y un fondo dictatorial e implacable. La mosquita muerta del Gobierno de Zapatero es, sin duda alguna, la ministra de Cultura o del Cine, porque la Cultura le importa un bledo y en el Cine reúne todos sus amigos e intereses comunes. Se le conoce en los ambientes de los museos y las bibliotecas como Ángeles González-Cine, que es fácil juego de palabras.
Conozco personalmente a los Guardans. No a todos, porque ello resulta casi imposible. Una familia relevante de Barcelona. La madre de Ignasi Guardans, Elena Cambó, es una gran señora, y su padre, Ramón Guardans, era inteligente, abierto y supo comprometerse en tiempos difíciles con los mejores futuros. Tuvieron una barbaridad de hijos, todos ellos inteligentes y bien educados. Su formación fue férrea, por aquello de la cantidad. Y don Ramón, que tenía talento para la prosperidad política, supo distribuir a sus hijos entre diferentes partidos e ideologías. A Ignasi le tocó pertenecer a Convergencia hasta que Ángeles González-Sinde tuvo a bien nombrarlo Director General del Instituto del Cine.
El problema de los Guardans, al menos de los que conozco, es que son vehementes. La vehemencia y la mosquita muerta no tienen posibilidad de diálogo. Viven aparte. «Vivo tan por encima de mis posibilidades, que por decirlo de alguna manera, vivimos aparte», dijo el estupendo Saki. Ignasi Guardans, como era de esperar, chocó con la mosquita muerta, y ésta lo ha cesado fulminantemente. Pero estos Guardans no se esconden para contemplar su fabulosa pinacoteca del Legado Cambó. Son guerreros. Y nos ha dicho que ha existido fraude en las subvenciones al Cine. Nos ha dicho lo que todos sabíamos, pero desde la autoridad del gestor. El resumen es deprimente. En el Ministerio de Cultura mandan, disponen, destituyen, nombran quitan y dan los gorrones del Cine español, con el beneplácito de la mosquita muerta, que pertenece a la banda como guionista subvencionada. Por fortuna, y mientras dure en el Ministerio, no escribe guiones. Algo bueno tenemos que agradecerle a Zapatero.
La ministra ha sido preguntada en el Congreso y no ha querido responder. «Ya lo haré más adelante», ha contestado más o menos. Y en su Ministerio tampoco han querido dar explicaciones de la muy sospechosa situación por la que atraviesa la Filmoteca Nacional, en cuya gestión pueden aparecer mayúsculos escándalos. Su máximo responsable, Chema –deduzco que se llama José María–, Prado, es intocable para la mosquita muerta. Tampoco en el Ministerio han accedido a dar explicaciones. A Laura Seoane, de LA RAZÓN, le han contestado «que la ministra tiene asuntos mucho más importantes que la auditoría de la Filmoteca Nacional». Está por ver de qué asuntos más importantes se trata, y todo es cuestión de esperar.
Nada nuevo en el horizonte del Cine español, aunque se hayan condensado las nubes negras con la revelación de Ignasi Guardans. Es la crónica de un escándalo anunciado. La pésima utilización del dinero público en beneficio de un grupo que se enriquece con el dinero de los impuestos porque no puede hacerlo por medio de la libertad de las taquillas. Los amigos de la mosquita muerta.
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