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La alcaldesa compasiva por Luis del Val
La alcaldesa de Andoain, Ane Carrere, es muy sensible, y se sintió hondamente preocupada cuando dos vecinos de Andoain, súbitamente, dejaron de ir a trabajar. Los dos vecinos son Iñaki Igerategi y Juan Ignacio Otaño, y su trabajo consiste en recoger información sobre personas para trasladarla a la banda asesina de ETA. Son bastante eficaces en su trabajo, ya que merced a sus desvelos proporcionaron una indagación tan detallada sobre Joseba Pagazaurtundua, que, gracias a los datos proporcionados por estos trabajadores del crimen, el jefe de la policía local de Andoain fue asesinado en el bar Daytona de cuatro disparos a bocajarro, dirigidos a la cabeza y al estómago, el 8 de febrero de 2003.
En aquellas fechas esta mujer no era alcaldesa y tampoco debía de ser tan sensible, porque no se manifestó, ni protestó, ni dijo nada sobre un suceso que el Ayuntamiento que ella ahora preside, entonces en manos de Euskal Herritarrok, también se negó a condenar. Preocupada por que estos trabajadores de la extorsión no pudieran atender a sus tareas, debido a que han sido ingresados en prisión por orden del juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, la alcaldesa se puso al frente de una manifestación, ante un problema que puede llevar al paro a estos dos aspirantes a sicarios. Porque en el escalafón de ETA se comienza en la kale borroka, se continúa en la informarción, se pasa a correo y, por fin, se puede ascender a sicario y aprender a asesinar a seres humanos con eficacia, aunque últimamente ETA ha bloqueado las oposiciones a sicario, porque ya tiene en los ayuntamientos a personas tan compasivas como Ane Carrere, perteneciente a Bildu, que, según el Tribunal Supremo, es lo mismo que ETA, pero, según el Tribunal Constitucional, presidido por Pascual Sala, no. De ahí que esta señora tan compasiva haya podido llegar a alcaldesa.
Durante la manifestación, se pasó por delante de la sede de los socialistas y, entonces, los manifestantes llamaron a los socialistas «terroristas», que viene a ser algo así como si una manifestación de prostitutas, al pasar delante de un convento, insultara a las monjas llamándolas «putas».
Es posible que en sus profundos sentimientos de lástima, la alcaldesa de Andoain no se haya dado cuenta de que ha incurrido en un delito de exaltación del terrorismo, y de que la Ley tiene que ser igual para todos: para las putas y paras las monjas, para los asesinos y para las víctimas de la extorsión y de la amenaza, para los vecinos y para los alcaldes.
Cualquier ciudadano deja de pagar una simple multa por aparcamiento indebido y cae encima de él todo el peso de la Administración, sus leyes y reglamentos. Es de esperar que suceda lo mismo en este caso y la señora compasiva sea acusada del delito cometido. Porque, si no es así, si los que están junto a los matones que guardan las armas dan miedo a la Fiscalía, ese día será porque la cobardía se ha apoderado de quienes empuñan el timón.
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