Teherán
Siria oportunismo e impotencia
Siria es una perita en dulce para los intereses occidentales –legítimos–, la causa de la democracia y la paz en Oriente Medio, porque representa eficazmente todo lo contrario, pero precisamente por eso mismo tenemos muy difícil incidir positivamente en el curso de los acontecimientos.
El sábado 29 iban 535 muertos desde que todo empezó a mediados de marzo, con 65 el día anterior, la mayoría en la meridional Deraa y su entorno, donde todo empezó con unos escolares haciendo una pintada anti régimen. La exactitud de la cifras es imposible de certificar, con el país cerrado a cal y canto a la Prensa internacional.
Siria es la clave de muy enconados problemas. Por su propio interés –nada de beneficencia– hace de intermediaria de los ayatolás iraníes y les pasa armas a los chiíes del Hizbula libanés, que desde el sur de su país barren con sus misiles más de la mitad de Israel, la cual se los hace llegar a la radical Hamas, que desde Gaza hostiga a diario al vecino judío.
Tiene así en danza, al borde del abismo, a Líbano, Israel y Palestina. Una de las muchas posibles consecuencias de todo lo que está, no cayendo sino levantándose en la tormentosa primavera árabe, sería una nueva guerra de Israel contra un surtido de vecinos por determinar. De ahí que mover el avispero asuste hasta a los mejor pertrechados fumigadores.
Desde el punto de vista interno la cosa es, si cabe, todavía más complicada. El régimen es un sistema sectario/mafioso. Está dominado por una secta que cuenta entre el 10% y 12% de la población: los alauies, despreciados por los chiíes a los que dicen pertenecer –no digamos por los sunitas–, pero finalmente acogidos en el seno de Teherán, por conveniencias políticas. Su supervivencia los ha hecho implacables y maestros en el asesinato político. Pero otras minorías –kurdos, cristianos, drusos– parecen preferirlos al radicalismo fanático de muchos en la mayoría suni. De ahí que el principal grito de los manifestantes sea «unidad». Muy bonito en el éxtasis de la revolución, pero, dentro y fuera, hay quien prefiere quedarse como está.
✕
Accede a tu cuenta para comentar