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El interés general

La Razón
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Desde un prisma periodístico y político, nos resulta fácil aludir al fútbol como un asunto de interés general o de interés público. Sin embargo, desde el ordenamiento jurídico resulta complejo establecer que un partido de fútbol deba darse en abierto por cuestión de relevancia para la sociedad. El interés general es un concepto indefinido por el legislador. Debemos distinguir entre el interés público y el interés del público, entre los acontecimientos públicos, de titularidad pública, y los acontecimientos cara al público. ¿Debe darse un partido en abierto, en directo, para todo el territorio nacional en cada jornada de Liga y Copa por fuerza? ¿Por qué? ¿Causa un beneficio irrenunciable a la sociedad? Pregunto al revés, ¿provoca su ausencia algún daño que impida la vida normal de los ciudadanos? Entonces, no hay interés general. Los clubes, con elogiable prudencia, no quieren parar la competición pero, al tiempo, determinan una exigencia natural: que no se les prive de sus legítimos ingresos.

El fútbol, como deporte, ha generado en paralelo una potente industria capaz de crear y mantener cientos de empresas y miles de puestos de trabajo. La Liga considera el partido en abierto como una expropiación sin contraprestación mientras espera con necesidad los beneficios de una ley que regule las apuestas por internet. Ellos organizan sus partidos, pagan a sus futbolistas, ponen los campos, sirven el espectáculo. Parece razonable que no sólo se forren otros sino que los clubes también ganen lo que les pertenece. El fútbol es un negocio privado. A periodistas y políticos nos queda mejor exigir el fútbol gratis, pero no seríamos justos ni honestos con la sociedad. Los tiempos han cambiado.