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El presidente de la Cruz Roja viaja a Rusia para tratar de la crisis en Siria

El presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Jakob Kellenberger, ha viajado a Moscú para entrevistarse con el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, sobre la situación en Siria, anunció hoy el organismo. La reunión se celebrará este lunes y tendrá como telón de fondo el grave deterioro de la situación humanitaria en Siria a causa del conflicto armado.

"El señor Kellenberger visitará Moscú para discutir sobre las preocupaciones del CICR en el plano humanitario y explicar el trabajo que éste ha realizado, junto a la Media Luna Roja siria, desde el inicio de los disturbios", señaló la institución desde su sede en Ginebra.

En una declaración efectuada antes de partir, Kellenberger explicó que la situación humanitaria es "extremadamente difícil y puede deteriorarse más"en las provincias de Homs, Idlib, Hama y Deraa, además de otras zonas también afectadas por la violencia. En esos lugares, agregó, la población sufre desde hace varios meses, especialmente las mujeres y niños.

El máximo responsable de la Cruz Roja Internacional insistirá en la capital rusa en la necesidad de un cese temporal de las hostilidades, de al menos dos horas al día, con el fin de evacuar de manera segura a los heridos y aportar rápidamente ayuda vital a los civiles que más lo necesiten.

"El CICR está pidiendo un compromiso claro de todas las partes involucradas para esta pausa en los combates", indicó Kellenberger. El organismo agregó que por esa razón está en contacto "con todos aquellos que podrían tener una influencia positiva en su trabajo en Siria".

Rusia es una pieza fundamental en la crisis que desangra desde hace un año a Siria, por su inalterable apoyo al régimen de Bachar Al Asad y su bloqueo a todas los intentos del Consejo de Seguridad de la ONU de condenarlo y sancionarlo.

Cualquier solución, afirman las autoridades de Moscú, debe pasar por una salida negociada, por lo que apoyan al mediador para Siria de la ONU y de la Liga Árabe, Kofi Annan, quien promueve un diálogo entre las partes del conflicto.

La última explicación que ha dado Rusia a su reticencia de ejercer presión sobre el régimen de Damasco es que teme que su fin sea el inicio de un conflicto religioso más amplio entre las dos principales ramas del islám, la suní y la chií, que podría incluso extenderse a Irán e Irak.

El llamamiento para dos horas de pausa humanitaria surgió en medio del asedio militar contra el barrio de Baba Amro, en la provincia de Homs, que duró cerca de cuatro semanas hasta principios de este mes y que dejó un número indeterminado de muertos y heridos civiles.

Sin embargo, la tregua temporal en favor de las víctimas nunca se consiguió y el personal humanitario pudo entrar en Baba Amro sólo varios días después de la retirada de los rebeldes y de que las fuerzas pro gubernamentales recuperaran su control.

El portavoz del CICR, Jean-Yves Clémenzo, dijo hoy a Efe que desde entonces este organismo ha podido aportar asistencia en Homs y otras ciudades. Además, la semana pasada evaluó la situación en tres localidades al norte de la provincia de Homs.

En una de ellas, Zaa Faraneh, encontró a 12.000 desplazados de Baba Amro, "que necesitan alimentos, medicamentos básicos y material de abrigo, que se entregarán esta semana", precisó el portavoz.

Indicó que el personal del CICR y de la Media Luna Roja aportan la asistencia donde puede, pero el acceso es restringido en las áreas donde se registran enfrentamientos.

En las últimas cinco semanas, ambas organizaciones han podido hacer entrar 5 convoyes con ayuda humanitaria a Homs, así como uno a Hama, uno a Idlib, uno a Alepo y uno a Deraa.
"La situación cambia cada día", comentó Clémenzo.

El CICR cuenta con 40 colaboradores en Siria, la mitad de ellos expatriados.