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Rajoy presidente
Mariano Rajoy obtuvo ayer la confianza del Congreso para ser investido presidente del Gobierno, por 187 votos a favor, 149 en contra y 14 abstenciones. Contó con los votos a favor del PP y el apoyo de Foro de Ciudadanos y UPN. PNV, Coalición Canaria y Amaiur se abstuvieron –éstos porque supuestamente no querían participar en la elección de un presidente español–. El PSOE, CiU, el grupo de la izquierda plural, UPyD y el BNG votaron en contra. Hoy jurará el cargo ante el Rey y comunicará los miembros de su Gobierno. La sesión es ya parte de la historia de la democracia. Rajoy, el sexto presidente del régimen constitucional de 1978, afrontará el desafío con el aval de un refrendo popular decisivo y con probablemente el mayor poder político en las Cortes, comunidades autónomas y ayuntamientos que haya tenido nunca un presidente democrático. Todo ello supone una ingente responsabilidad y un esfuerzo hercúleo, pero Rajoy ha demostrado a lo largo de su carrera política las cualidades y capacidades necesarias para ser el hombre de Estado y la mano firme que el país necesita en esta encrucijada adversa.
La segunda jornada del debate de investidura tenía reservada un papel principal para el representante del proyecto de ETA en el Congreso después de 18 años de ausencia. El veterano y radical batasuno Iñaki Antigüedad perdió una oportunidad más de probar en la sede de la soberanía nacional que la presunta apuesta de ese mundo por el final del terrorismo y la recuperación de la libertad era real. En cambio, el proetarra ni condenó el terrorismo ni defendió la disolución de la banda, y ni siquiera tuvo el coraje moral y político de dar el trato que merecen las víctimas del grupo etarra. Sus palabras de diálogo y entendimiento y sus formas correctas fueron las propias de un lobo con piel de cordero. En su contundente cara a cara, Rajoy protagonizó uno de los instantes por los que el pleno será recordado cuando le miró fijamente y, en medio de un silencio impactante, dijo: «Yo a usted no le debo absolutamente nada. Ni yo, ni la sociedad española. Estos son los acreedores». Antigüedad y ETA supieron entonces de primera mano, por si no lo tenían claro, que el nuevo Gobierno ni tenderá manos ni emprenderá atajos ni se plegará a componendas, y que su política se limitará a aplicar la Ley hasta la derrota de la banda.
Con el presidente Rajoy arranca el cambio imprescindible y una etapa de sacrificios y exigencias, pero también de certidumbres, de confianza y de esperanza, de la que ayer tuvimos un primer síntoma en la respuesta de los mercados y en la prima de riesgo. España tiene por delante años difíciles, pero Rajoy ha trazado el rumbo correcto para conducir al país a la regeneración que demanda.
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