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Veinte años sin Rodríguez Sahagún
El próximo día 13 se cumplen veinte años de la muerte de Agustín Rodríguez Sahagún, el alcalde breve de Madrid (1989-1991) que en poco tiempo dejó su impronta en esta ciudad, una forma de gestionar caracterizada por la entrega, la honradez, la imaginación, la disciplina y la dedicación sin límites a la alcaldía de la capital.
El próximo jueves, el Ayuntamiento de Madrid le rendirá homenaje. Allí estará su familia, quienes fueron sus concejales y los que lo son actualmente. Allí estaremos sus amigos.
Tuve el privilegio de escribir la biografía de este personaje importante de la política española y uno de los mejores alcaldes de la historia de Madrid; el mejor de los últimos cien años, según dijo en público Camilo José Cela. En la preparación de esa biografía pude conocerle más a fondo, llegar hasta el hombre sencillo de Ávila que, junto a sus hermanos, recibió un solo consejo de su padre: «Si pensáis dedicaros a la política, lo único que os pido es que lo hagáis desde la honradez». No tuvo que decir más. Dicho y hecho.
Luego estaba el Agustín humano, familiar, sensible, capaz de regalarle un ramito de nardos a su mujer, Rosa, cuando las cosas de la política ponían alguna nube en el hogar. Y tuve la desgracia de que Agustín no pudiera asistir a la presentación de su biografía, en la que sí estuvieron Severo Ochoa y Rosa Conde, porque le falló el tiempo y murió sorpresivamente unos días antes.
La ciudad de Madrid debe a Rodríguez Sahagún la entrega y dedicación, hasta el punto de que cuando dijo en su despedida como alcalde «Me he dejado mi vida por Madrid», era rigurosamente cierto.
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