Fuenlabrada
«Los dialectos fueron lo más complicado de los pinchazos»
Los agentes se toparon con la trama asiática por sorpresa
MADRID- No había amanecido sobre Fuenlabrada pero el frenético ritmo de trabajo habitual que desde bien temprano se cuece en el polígono industrial de Cobo Calleja era ayer muy distinto. Las decenas de furgones policiales de la UDEV central y la UIP apostados en las principales calles de las 162 hectáreas que ocupa el mayor bazar chino de Europa daban cuenta de la envergadura de la macro operación policial contra el blanqueo de capitales que tenía como principal escenario este polígono de Fuenlabrada. «No sabemos qué ha pasado, sólo que hoy no trabajamos», explicaba extrañado el empleado de una de las naves registradas. Aunque no es la primera vez que hay redadas policiales en Cobo Calleja –la mayoría realizadas por la Brigada de Extranjería al contratar los empresarios chinos de forma sistemática a compatriotas irregulares, y el Grupo XXIII, especializado en delitos contra la propiedad industrial (falsificaciones)–, ninguna había sido como esta. Eso sí, en todas estas operaciones, la Policía nunca actúa tras una denuncia sino que investiga de oficio y ésa es la mayor dificultad para acabar con las mafias chinas, llamadas «tríadas». «Su hermetismo es un arma de doble filo. La sociedad se "alegra"de que los chinos sólo delincan entre ellos pero precisamente por eso no es fácil detectar sus ilegalidades, porque entre ellos, como los gitanos, impera la ley del silencio». Lo explica un agente experto en lidiar con el oscuro hampa asiático establecido en la región. «Esta operación la comenzaron media docena de agentes hace años pero no sabían que se iban a encontrar con todo esto y pidieron ayuda a la Fiscalía». Una vez judicializada la investigación y autorizados los pinchazos telefónicos, lo más complicado para los agentes fue entender qué decían aquellos supuestos capos de la mafia china. «No es que hablaran en mandarín, es que había muchísimos dialectos que no sabíamos ni que existían, para lo que fue muy complicado encontrar traductores», explica.
Pero eso fue sólo el primer obstáculo para llegar a desenmarañar el complejo sistema creado. No fue sencillo, porque tampoco hay un único jefe. La estructura de las mafias chinas no es piramidal, sino que hay varios jefes encargados de distintas fases del negocio. De todo esto saben mucho pero cuentan muy poco los miles de trabajadores que acuden cada día a su puesto en alguna de las 1.200 naves del polígono. Ayer, tampoco parecían saber nada. La Policía solicitaba la identificación a quienes se dirigían a trabajar a las naves donde se estaban llevando a cabo los registros. «Hoy no trabajas», le espetó un agente a un trabajador mientras le devolvía su carné. «No entiendo por qué la Policía ha tenido que romper la puerta», explicó un trabajador de Gold City S.L., una de las registradas. También hubo confusión entre los transportistas que abastecen el polígono. En la calle Villablino, frente a Home Master Import SL, una decena de agentes y un furgón impedían el paso a un camionero que venía con mercancía para esa nave. Sin embargo, en el resto del polígono la actividad era la habitual y al mediodía, los restaurantes de auténtica comida china seguían recibiendo pedidos. En lugar de llevar la comida a casa, la llevan al trabajo y, en lugar de en moto, la transportan en bicicletas.
Apartado del polígono pero muy vinculado a él, el karaoke El Cielo y el Mundo (en Parla) abrió ayer como cualquier día. Aquí la Policía ya ha hecho varias redadas contra los vicios ilegales de los asiáticos. Prostitución, drogas (como el kaixin guo, sólo consumido por ellos) y timbas ilegales se han dado siempre en este local frecuentado, al parecer, por los mafiosos chinos detenidos la pasada madrugada.
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