Los Ángeles
El periodista de las exclusivas
Clive Myre es el hombre de la BBC que mostró el vídeo de ETA. Reportero de guerra, acostumbra a ofrecer informaciones que nadie más tiene. Dice que el color de su piel ha sido un hándicap
Corren los años setenta. En Bolton, un pequeño pueblo al noroeste de Inglaterra, una madre jamaicana realiza sus labores de costurera mientras su marido llega de la fábrica donde trabaja haciendo baterías para coches. El pequeño de la casa enciende la televisión y se queda totalmente paralizado al ver un reportero de Trinidad hablando para las cámaras de la BBC.
Clive Myrie mantiene intactos esos recuerdos de infancia. Las imágenes de Trevor McDonald, uno de los primeros periodistas negros de Reino Unido, cambiaron su vida para siempre. Era el único hombre de la pequeña pantalla que era como él. «Cada semana estaba en un país distinto. Parecía que disfrutaba de verdad», explicó hace poco en el rotativo «The Independent». Tenía sólo siete años, pero enseguida supo que quería hacer lo mismo. «Quería viajar y experimentar la vida».
El periodista ha adquirido esta semana gran notoriedad en España al hacer público el vídeo de ETA. Pero la exclusiva tan sólo es una más para añadir a su amplio currículum. En las dos últimas décadas, el reportero británico ha estado en los acontecimientos que han cambiado la historia del mundo moderno. Kosovo, Palestina, Afganistán, Irak... En ninguno de los destinos, se ha limitado a contar simplemente la crónica.
Con los Royal Marines, en Irak
En la operación del país asiático en 2003, por ejemplo, no se lo pensó dos veces y se coló en el Comando 40, la unidad de los Royal Marines que entró en Basora. Mientras narraba a la cámara todo lo que podía ver, los disparos de los soldados de Saddam crujían a su alrededor. Su mujer nunca le ha dicho que se quede en casa. Ella sabe mejor que nadie que si no cubriera este tipo de historias, su esposo no sería ni tan optimista ni tan feliz.
Aunque las crónicas de guerra son su debilidad, el momento más emotivo de su carrera llegó con la victoria de Barack Obama. En la noche electoral, Myrie, de 45 años, se trasladó con el equipo de la BBC a Morehouse College, en Atlanta, el alma máter de Martin Luther King. La emoción se apoderó de él por primera vez en directo. Cuando la cadena emitió las imágenes de los estudiantes negros llorando miró a cámara y dijo: «Tengo que decir que es un privilegio para mí estar aquí en este momento». Tan pronto como articuló la última palabra se dijo para sí mismo «joder, he cruzado la línea. Esto es la BBC no puedo ser tan emocional». Pero sus temores se evaporaron al instante cuando acto seguido vio a su compañero Steve Osunsami llorando a lágrima viva mientras explicaba la escena a los telespectadores de ABC News.
Su color de piel, en alguna ocasión, ha supuesto un hándicap. En sus años de corresponsal en Asia tuvo muchas dificultades cuando quiso entrevistar en Tokio a un empresario de alto nivel obsesionado con hablar sólo con el productor blanco americano de la cadena.
No fue un caso aislado. En los mismos Estados Unidos ha tenido que romper la idea de que los británicos negros no existen. Durante su corresponsalía en Los Ángeles un hombre estaba convencido de que estaba poniendo acento inglés en su crónica sólo para parecer más pijo. «Yo soy de Bolton», le dijo.
Minoría étnica
No es extraño, por tanto, ver participar al reportero en los seminarios que se organizan para tratar de animar a los estudiantes de minorías étnicas a que trabajen en el periodismo televisivo. Aunque agradece a la BBC su duro trabajo para cambiar la situación, aún lamenta que la élite blanca sea la que controla el sector. Hace poco, en uno de esos seminarios Myrie coincidió con Sir Trevor. Fue entonces cuando le pudo decir que había sido «uno de los héroes» que había marcado su vida. Quién sabe lo que hubiera pasado si aquella tarde, el pequeño de siete años de una humilde familia de un pueblecito al noroeste de Inglaterra no hubiera encendido el televisor.
La palabra terrorista
Con la noticia en la BBC, la banda terrorista ETA se aseguraba que la noticia tuviese un impacto mundial. Expertos en utilizar los medios, eclipsaron cualquier otra información en el mundo y también en España, como sucedió con Rodiezmo. Además contaban con que no se iba a utilizar el término terrorista, sino que se los iba a definir como «grupo separatista vasco» porque en el libro de estilo de la cadena pública británica, al igual que ocurre en otros medios extranjeros, son extremadamente cuidadosos al utilizar los términos de «terrorista» o de «grupo terrorista». En la BBC consideran que esa equidistancia les permite presumir de imparcialidad con la audiencia. La cadena británica cree que la palabra terrorista puede llevar implícitos «juicios de valor», en un medio de tanto prestigio como la BBC y que podría hacer dudar a su público de su punto de vista.
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