Barcelona
De Messi no se puede dudar (5-0)
Un «hat trick» del argentino propulsa la «manita» del Barcelona al Mallorca
Leo Messi es un hombre de pocas palabras. Lo que le gusta es pronunciar discursos grandilocuentes sobre un terreno de juego. Cuando lo hace, deja a Fidel Castro como un auténtico principiante. Durante los días previos al partido de ayer, habían surgido ciertas dudas sobre el argentino desde algunos sectores interesados. ¿El pecado del argentino? Pues, ni más ni menos, que no marcar en tres partidos seguidos. Una de las muchas cualidades de Messi es que no juega cargando con sus problemas en la espalda, sino que afronta cada partido como uno más, sin importar su trascendencia. Juega con la misma naturalidad ante el Mallorca que ante el Madrid. Pero quizás ayer tenía un punto más de ganas por las tonterías que había tenido que escuchar. Su respuesta, como siempre, llegó en el campo. Metió un «hat trick» al Mallorca en menos de media hora y propulsó la «manita» del Barcelona.
El guión del partido pudo haber sido muy distinto A los siete minutos, una internada de Bigas por la banda izquierda acabó en un centro preciso que Joao Victor, sin oposición, fue incapaz de meter entre los tres palos. Una jugada que hubiera colmado las aspiraciones de Caparrós. El utrerano dejó muy claras sus intenciones presentando una alineación más bien de corte defensivo. Debió pensar que si al Sevilla le salió bien la jugada de empatar a cero en el Camp Nou, a él también podría funcionarle esa estrategia. Pero con este Barcelona es muy peligroso jugar así, porque tiene demasiados recursos.
Es curioso el mundo del fútbol. El Sevilla sacó un punto del Camp Nou apostando por el empate y ante un Barcelona que jugó bastante bien y hasta desperdició un penalti. La versión azulgrana que se pudo ver ayer fue muy distinta. Peor. Pero marcó cinco.
Xavi, en la grada
Guardiola sorprendió a todos dejando a Cesc e Iniesta en el banquillo, de inicio y, a Xavi, en la grada. Keita, Busquets y Thiago formaron la sala de máquinas de un conjunto azulgrana cuyo juego se resintió de la ausencia de sus cerebros habituales. El partido era más abierto de lo previsto y hasta el Mallorca amagaba con crear más peligro sobre Valdés tras la ocasión de Joao Victor. Su problema es que Messi no amagó, sino que sentenció.
El argentino se desquitó de la falta de acierto de los últimos encuentros a lo grande. La primera espinita que tenía clavada era la del penalti que le detuvo Javi Varas. Nada mejor para sacársela que otro penalti. Unas manos de Nsue dentro del área acabaron con la pelota en los once metros y Messi retando a Aouate. Las telarañas de la escuadra izquierda del israelí saltaron por los aires.
Los otros dos goles llegaron en jugadas similares, con sendos centros desde la banda derecha. La primera jugada la inició Cuenca encarando a su par y centrando al segundo palo, donde Adriano cedió en bandeja el gol al argentino. Messi completó su «hat trick» número doce con el Barcelona rematando a placer un centro perfecto de Alves, con el que sigue teniendo una conexión especial.
Guardiola nos tiene acostumbrados a sorprender tácticamente en cada partido. Ayer, aportó una novedad más, situando a Villa como delantero centro nato, con Messi a su espalda. Hacía muchos meses que el argentino no jugaba con una referencia clara de ataque por delante y, a tenor de lo que señaló el marcador al final del choque, la cosa no fue del todo mal para los intereses azulgrana.
A pesar de la derrota, el trabajo defensivo del Mallorca fue más que correcto, aunque acabó diluido por la goleada. Chico, especialmente, se mostró muy seguro por el centro de la zaga, pero acabó sobrepasado por las jugadas en superioridad de los azulgrana.
Repitió en el extremo derecho Isaac Cuenca, después de actuar en Granada, y volvió a cumplir con creces. Interpretó su papel como exigen los cánones. Encaró siempre que pudo, abrió el campo, sacó centros con intención y rubricó su actuación de la mejor manera, con un gol en el que demostró mucha habilidad ante Aouate. Tanta, como la que tiene Alves en los disparos lejanos. Suyo fue el último gol. Un golazo.
El guión del choque habilitó a Guardiola guardar naves para futuras batallas y le permitió el lujo de acabar el choque sin que Iniesta, Xavi y Cesc pisaran el césped. Pocos entrenadores en el mundo, si es que hay alguno, se lo podrían permitir. Además, aprovechó para dar la oportunidad a Deulofeu, una estrella en ciernes. La Masía es inagotable.
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