Valencia

Reflexión fallida

La Razón
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Lástima que lo que fue ilusión de jóvenes utópicos acabe enredado entre okupas, antisistema, radicales y oportunistas. Una vez más, los españoles iremos a votar tras una jornada de reflexión alterada. Durante muchos años fue el terrorismo el que nos atenazó en días como este, y solo hace ocho años, las movilizaciones del 13-M influyeron en el voto. Para quienes creen que Zapatero llegó envuelto en una guerra y se irá metido en una o en dos –si Libia no se acaba–, tienen ahora otro episodio que incluir al repertorio: llegó tras las algaradas de la jornada de reflexión de hace siete años, y si esto no se para, se irá envuelto en lo mismo.
Protestan contra un Zapatero crispado, un Rajoy pesimista, unas listas bloqueadas, unos candidatos imputados, unas campañas electorales huecas, unos mítines de cartón... No es de extrañar que ante este panorama, los jóvenes indignados ni vean conveniente el voto a partidos, ni útil el voto en blanco, que no ha hecho reflexionar a los políticos hasta ahora. Atención pues mañana a la abstención, pero también al voto nulo, la última modalidad de la protesta.

El Ministerio del Interior ha infiltrado a la Brigada de Información entre los manifestantes, que han certificado que la revolución es espontánea, que nada ha sucedido instigado por el PP, como le habría gustado demostrar a Rubalcaba, que esto no es un 13-M, como el PSOE le montó al PP en 2004. Que solo hay hartazgo y la red para convocarse. Aunque esto no es Túnez ni Egipto, los indignados miran a la avenida Burguiba y a la plaza Tahir para señalar que los jóvenes, cuando se movilizan, pueden cambiar el mundo, ante la atónita mirada de los Servicios Secretos. Tampoco es el mayo del 68 porque no pretenden acabar con el imperialismo y el capitalismo, pero se inspiran en el brete en el que, aquellos otros jóvenes, pusieron al presidente De Gaulle.

Lo sorprendente, decían todos los analistas, es que con cinco millones de parados, la gente no se hubiera echado a la calle ya. Y nos temíamos lo peor: el asalto a los comercios, los bolsos, los cajeros automáticos... los robos por veinte euros como en los años 80. Por eso esta movilización del 15-M, pacífica en un principio, tenía el mérito de haber sabido decir basta pero de forma ordenada. Pero tanta calma veremos lo que dura, porque bajo la alfombra de manifestantes que hoy cubre la Puerta del Sol, malviven la mitad de los jóvenes españoles, los más preparados de la historia, que no han encontrado empleo. Solos y desasistidos por los sindicatos, hoy más convertidos en verticales con el régimen que nunca. En una cosa tiene razón el líder de UGT: «Esto se veía venir». Por eso, lástima que algunos hayan intentado sacar tajada de este pacífico movimiento, infiltrándose en sus filas y llamando al boicot de un mitin de Rajoy. Esperemos que tras el pretendido boicot al PP y el asalto simbólico a los Bancos de Valencia y Cadiz, las movilizaciones del 15-M sigan siendo pacíficas. Porque lo que si sería una lástima es que, lo que ha comenzado siendo la movida ilusoria de jóvenes utópicos acabe en siete días enredada entre okupas, antisistema, radicales y oportunistas.