España
Solidaridad y lealtad por Enrique López
H ace una semana recordaba el debate abierto sobre nuestro modelo de Estado y la actual coyuntura económica, y por ello, la necesidad de que se proceda a un cierre definitivo del sistema que ponga fin a la actual situación de permanente apertura y reivindicación. En España tenemos problemas propios, tanto en nuestro modelo de Estado como en lo económico, pero no podemos perder de vista coyunturas internacionales, que no siendo análogas, nos pueden ayudar a entender mejor nuestro modelo. En Gran Bretaña se abrió en 1997 un proceso de descentralización llamado «devolution», que parte de la realidad histórica de entes preexistentes, abriéndose proceso de devolución de poderes. Ahora bien, se trata de un modelo plenamente desigual, con tres claras asimetrías. Así Escocia tiene un Parlamento dotado de funciones legislativas, mientras que la Asamblea galesa está dotada de funciones administrativas y ejecutivas. Irlanda del norte ( al margen de que la «devolution» esta suspendida en el Ulster) tiene competencias legislativas distintas a las escocesas, y finalmente las regiones inglesas no están dotas de Parlamento o Asamblea popular. Alemania, como ya tuve ocasión de destacar, hizo sus deberes hace años y ordenó su Estado federal. Suiza es un ejemplo de cómo se puede lograr hacer convivir y prosperar a una sociedad tan fragmentada desde el punto de vista étnico y lingüístico, configurándose un modelo basado en la diversidad, la democracia, la participación y el federalismo, algo que para muchos lo hace difícilmente exportable a otros países. En Austria se pone en juego el permanente equilibrio entre la individualidad de los «Länder» y la tendencia centralizadora del Gobierno central. En resumen, muchos son los modelos y muchas las realidades y la nuestra ha venido a añadir un tipo sui géneris y algo diferente a todos. Pero lo que caracteriza a todos estos modelos es una tendencia real a la solidaridad y a la afirmación de todo aquello que les une. Nuestra Constitución sanciona en su artículo 2 la solidaridad como uno de los principios básicos de nuestro sistema político, desempeñando una función integradora, sostén del equilibrio interterritorial, pero este principio debería servir de afirmación de lo que en Alemania se denomina lealtad federal. La solidaridad garantiza instrumentos económicos, de tal suerte que no hay autonomía sin autonomía financiera. Pero a su vez no podemos olvidar que cada comunidad autónoma forma parte de la indisoluble Nación española, de tal modo que este principio de solidaridad debe existir e inspirar el ámbito financiero, algo que debe servir a mantener la indisolubilidad de España. Esta solidaridad debe estar ínsita en el principio de lealtad a la Constitución, al Estado y al resto de las CCAA, teniendo en cuenta que el fin superior son las necesidades de los ciudadanos, y éstas son básicamente iguales en toda España. Esto exige no sólo solidaridad interterritorial, sino también responsabilidad en la gestión de los recursos financieros propios. Quiere decir que no sólo resulta insolidaria una práctica de un gobierno autónomo que evite e impida la ayuda a otras comunidades autónomas, sino que también resulta no solidario ejercer políticas económicas de gasto absolutamente irresponsables. La actual teoría administrativa parece reducirse al estudio de dos conceptos, racionalización y eficiencia, que exigen adelgazar el tamaño de nuestra Administración, eliminando duplicidades en los diferentes circuitos de decisión, coordinando la actuación de los que coadyuvan a la misma prestación. Y, por otro lado, de trata de hacer más cosas a menor coste. En cualquier caso, lo que parece que es una necesidad compartida por todos es analizar la situación actual y, sin esperar a difíciles reformas constitucionales, hacer una revisión del estado actual de las CCAA y hacer arreglos, adaptaciones y cambios. Pero, en cualquier caso, haga lo que se haga, sólo se podrán conseguir efectos beneficiosos, cuando los cambios estén orientados a reforzar la solidaridad entendida en la doble dirección ya apuntada y sobre todo a la lealtad a la Constitución y al Estado. Cualquier cambio que no vaya en esta dirección será profundamente disfuncional y sobre todo disolvente, algo que agravaría la actual situación. Se trata de concentrar esfuerzos en fortalecerse y competir con menos coste en el mundo, y esto no lo podemos hacer divididos. Aunque no se podría hacer otra cosa, porque al fin y al cabo se trata de deporte, hemos asistido a un enfrentamiento futbolístico de gran desgaste entre nuestros dos mejores equipos de fútbol justo unos días antes de disputarse ambos el pase a la ansiada final de la Copa de Europa. El resultado es de todos conocido: nos ganó el quinto equipo inglés y el segundo alemán en su respectivas competiciones. Por último, no se debe olvidar que el principio de solidaridad se proyecta como una obligación y para garantizarlo surge el principio de equilibrio presupuestario, siendo garante de ambos el Estado, y ello dentro de un modelo en el que el poder político de una CCAA es un poder derivado.
ENRIQUE LÓPEZ
Magistrado
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