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Pasión por la «sangre amarilla»
«Giallo», amarillo en italiano, es sinónimo de crímenes sin resolver. Como el de Amanda Knox, que ha mantenido pendiente y emocionada a toda la audiencia del país, que adora estos casos
Giallo (amarillo) significa mucho más que un color en italiano. Escuchar esta palabra en una conversación es sinónimo de misterios y crímenes sin resolver. Desde que la editorial Mondadori utilizó esta tonalidad por primera vez para una serie de novelas negras hace ochenta años, todos los sucesos inexplicables que aparecen en Italia, que son muchos y en todos los ámbitos de la sociedad, desde la política hasta los crímenes familiares, son etiquetados con el término «giallo».
El que ha generado más expectación de los últimos años es el asesinato de la estudiante británica Meredith Kercher en Perugia en 2007. A diferencia de los otros tantos casos que sólo alimentan a la Prensa transalpina, este crimen se ha convertido en un «giallo» internacional. Durante los últimos cuatro años, los diarios y televisiones italianas, estadounidenses y británicas han seguido con fruición el recorrido del proceso. Esta semana se alcanzó el paroxismo con la absolución por parte del tribunal de apelación de los acusados, la estadounidense Amanda Knox, bautizada como el «ángel negro» por su cara de no haber roto nunca un plato, y su ex novio el italiano Raffaele Sollecito. Ambos habían sido condenados en primera instancia a 26 y 25 años de cárcel, respectivamente.
«El crimen de Perugia reúne muchas características para atraer la atención de la audiencia, como el hecho de que los protagonistas sean jóvenes y extranjeros y de que haya un componente sexual que excita la fantasía. Sin embargo, es sólo uno más entre tantos. En la historia italiana hay un ‘‘giallo'' tras otro, como la muerte de Aldo Moro en 1968, el desastre aéreo de Ustica en 1980, la matanza de la Piazza Fontana en 1969, el asesinato de Pier Paolo Pasolini en 1975... Italia es el país de los misterios sin resolver, forma parte de la tradición cultural de nuestro país», explica Edoardo Novelli, profesor de Comunicación Política en la Universidad Roma 3.
Esta tendencia hacia lo inexplicable se acrecienta con la labor de los medios de comunicación, que en muchas ocasiones dejan a un lado la ética profesional para cultivar a su audiencia sirviendo un «giallo» tras otro. Aunque en otras naciones también existe este fenómeno, los italianos se llevan la palma. Según el estudio «La seguridad en Italia y Europa: significados, imágenes y realidad», realizado por el Observatorio de Pavía, especializado en el análisis mediático, la criminalidad ocupa mucho más espacio en los principales informativos de televisión italianos que en los españoles, franceses, británicos y alemanes.
Durante el año pasado, el TG1, el principal telediario de la RAI, la televisión pública transalpina, dio más de mil noticias de temática criminal. Esta cifra es el doble de las que ofreció el Telediario de TVE, tres veces más que su equivalente inglés, cuatro veces más que el francés y dieciocho veces más que el alemán. La sobreexposición mediática de este tipo de delitos no se debe a un aumento de la criminalidad (en Italia, de hecho, está bajando) ni sigue los intereses reales de los ciudadanos. Según las encuestas, seis de cada diez habitantes de España, Francia, Reino Unido, Alemania e Italia consideran la economía, no la delincuencia, su principal preocupación.
Para el profesor Novelli esta realidad muestra que gran parte de los medios de comunicación siguen una tendencia «enfermiza». «Descartan otras noticias de mucho mayor relieve cuando optan por un ‘‘giallo'', pensando que así logran más audiencia. Cuando estalla uno de estos casos, las televisiones hacen continuas conexiones en directo con el lugar de los hechos. Dan la sensación de que ofrecen información en tiempo real, aunque en realidad no haya noticia. Es un concepto equivocado». Optar por informar de un «giallo» en lugar de otra noticia puede ser un día una decisión acertada, pero caer en ello de forma continua resulta una tendencia dudosa. «Es un modo de no hablar de otras cosas, de tener entretenida a la gente y no ocuparse de sus verdaderas preocupaciones», advierte el profesor Novelli.
Como en una telenovela
Cuando un «giallo» pega fuerte, no hay dónde esconderse. En casi todos los canales de televisión, diarios y tertulias de café es el tema principal de conversación, si no el único. Poco importa que no haya novedades: todos los medios se vuelcan en el caso dando una noticia tras otra. Esta secuencia, advierte el profesor Edoardo Novelli, acaba generando en la audiencia el mismo efecto adictivo que las telenovelas.
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