Barajas
«Un tatuaje o un anillo pueden ser claves»
Los agentes se centran en cosas que hacen único un cuerpo
MADRID- El accidente de Spanair, en agosto de 2008, fue el bautismo de fuego del laboratorio móvil de criminalística, porque Barajas es demarcación de la Guardia Civil. Hubo 154 cadáveres, 81 de ellos estaban totalmente carbonizados y 12, en grado de gran quemados. «Fue muy complicado», confiesa F. Molinero. «Como en todos los casos de gran dificultad de identificación, aquí fue imprescindible la colaboración de los familiares». Porque de lo primero de lo que «tiran» los agentes es de ADN. Extraen del cadáver sangre de la cavidad cardíaca, un músculo, un hueso o una pieza dental pero, esas muestras, sin otras con las que cotejar, no sirven para nada. Los familiares tienen que proporcionarles un cepillo de dientes, prendas que tengan impregnadas restos de piel o, si es un familiar cercano, tendrá un ADN muy similar.
Este equipo de Criminalística trabaja dividido en tres grupos: ante mórtem, post mórtem e inspección ocular. De tratar con los familiares se ocupa el equipo ante mórtem, compuesto por psicólogos y especialistas en ADN. Tienen la complicada tarea de ponerse en contacto con los allegados –en el caso de Spanair se les pudo localizar rápidamente porque la compañía tenía un listado con los nombres de los pasajeros, pero no ocurre así en otras catástrofes– y solicitar la información necesaria.
Información de un cuerpo
El grupo ante mortem rellena un tríptico amarillo con los datos que proporcione el familiar acerca de la víctima: físico, joyas con inscripciones, operaciones que permitan identificarlo (una prótesis o un marcapasos), cicatrices, tatuajes... «Cualquier cosa que le diferencie del resto puede ser vital». Para completar el tríptico, el equipo se pone en contacto con el hospital donde haya sido operada la víctima (para solicitar radiografías que permitan al forense identificar el cuerpo) o incluso con dentistas para que aporten una radiografía maxilofacial, porque la dentadura es uno de los métodos más rápidos y fiables para identificar un cuerpo. «En Spanair fue clave la colaboración del Colegio de Odontólogos de Canarias, que se movilizó enseguida» y facilitaron radiografías dentales de muchísimas víctimas. De forma paralela, el grupo post mórtem trabaja con el cadáver y rellena, a su vez, un tríptico rosa con la misma información: físico, objetos que portaba el cuerpo y todo lo que puedan describir del cadáver. Cuando los dos informes (rosa y amarillo) coinciden, se ha identificado a la víctima.
Huellas dactilares
Otro elemento muy útil para la identificación son las huellas dactilares. Se pueden cotejar con el DNI (en el caso de españoles) o con fichas policiales si fueran, por ejemplo, extranjeros con antecedentes. Hay especialistas en el equipo post mórtem dedicados a la regeneración dactilar, que pueden recuperar las huellas de un cuerpo que no esté totalmente carbonizado. Para desarrollar este trabajo disponen de un sinfín de aparatos, cámaras frigoríficas para conservar muestras y productos químicos dentro del camión-laboratorio, que durante los días que dura la operación se convierte en el «hogar» de estos profesionales. Advierten de que no son los únicos que trabajan en las grandes catástrofes; la colaboración con Cruz Roja, Protección Civil, el Instituto de Medicina Legal y otros cuerpos policiales es imprescindible.
Actuaciones destacadas
3 DE JUNIO DE 2003
El EIC se desplazó hasta Chinchilla (Albacete) tras la colisión frontal entre un tren de pasajeros y otro de mercancías. Hubo 19 cadáveres (17 de ellos carbonizados). Ahí se dieron cuenta de la necesidad del camión.
18 DE JUNIO DE 2005
Una de las primeras salidas del camión fue a Riba de Saelices (Guadalajara) tras el incendio forestal en el que quedó atrapado un retén de bomberos. Hubo once cuerpos carbonizados.
20 DE AGOSTO DE 2008
El accidente de Spanair en Barajas ha sido, hasta ahora, el trabajo más duro del EIC. Había 154 cadáveres, 81 de ellos carbonizados y 12 en grado de gran quemados o parcialmente.
«Se creó para evitar más casos Yack-42»
El Equipo de Identificación de Cadáveres surgió tras una gran tragedia y posterior caos: el accidente del avión Yackolev 42. Ocurrió en mayo de 2003 y murieron 64 militares españoles tras estrellarse el avión en el que viajaban en Turquía. Después, hubo errores en la identificación de los cadáveres. Ahora, el Real Decreto 32/2009 establece el protocolo de actuación entre médicos forenses, cuerpos policiales y organismos de emergencias ante una catástrofe. «Se creó para que no ocurran más Yack 42», aclara un agente del EIC.
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