El otro duelo: Irina contra Shakira

Frío y calor. Seducción nórdica frente a pasión latina. El clásico no sólo se juega sobre el césped del campo: muchos están igual de pendientes de la vida personal de los jugadores que del propio partido. Aquellas que reciben directamente el impacto de focos y flashes son las novias y mujeres de los deportistas, y muy especialmente dos de ellas: Irina Shayk y Shakira.

Son como la noche y el día, el invierno y el verano, el frío y el calor. Irina Shayk (Shaykhlislamova en su versión completa), la novia del jugador merengue Cristiano Ronaldo, nació el 6 de enero de 1986 en Emanzhelisk, un pueblo ruso cercano a Chelyabinsk. Shakira Isabel Mebarak fue alumbrada el 2 de febrero de 1977 en Barranquilla, Colombia, y su amor con el culé Gerard Piqué saltó a la Prensa el verano de 2010, durante el Mundial de fútbol de Sudáfrica. Sus carreras estelares, su fama, su belleza y sus sonados romances con estrellas mediáticas del balompié trazan semejanzas entre ellas. Pero, ¿qué las convierte en rivales?

Discreto ángel ruso
Irina Shayk ya era famosa antes de ser la novia de Cristiano Ronaldo. Fichada tras ganar el concurso local de misses, en 2007 se convirtió en imagen de la línea de ropa interior Intimissimi. Su modelaje en la casa italiana durante los tres últimos años la dio a conocer por todo el mundo, y empezó a aparecer continuamente en las portadas de «Sports Illustrated». Después de eso, las ofertas le llovieron: La Perla, Lacoste, Guess, Beach Bunny, El Corte Inglés, Armani... Es considerada la rusa más bella por «Complex Magazine» y está incluida en el «top ten» de las modelos más sexies realizado por models.com. Cuando comenzó su relación con Cristiano Ronaldo, lo hizo de forma discreta y respetuosa, a pesar de lo cual su fama creció como la espuma.
«El desarrollo de Irina ha sido imparable. El año pasado apenas era conocida por el 16 por ciento de la población, a mediados de 2011 llegaba al 30, y en la actualidad roza el 40», afirma Santiago Mollinedo, director general de Personality Media, empresa encargada de analizar la proyección de «celebrities». Cualquier cambio en la vida personal y profesional de un famoso repercute en su caché publicitario, y las marcas tienen esto en cuenta a la hora de elegirlo. «La relación de Irina con Ronaldo la ha llevado a firmar contratos importantes que la están dando a conocer», pero, según Mollinedo, es importante que su labor profesional no se vea empañada por la prensa del corazón, pues «ella ni vende ni se apoya mediáticamente en esta parcela, por lo que su crecimiento es sano».

El terremoto del sur
La mujer de las caderas más famosas del mundo lleva en esto de la fama desde principios de siglo. Ahora, Shakira está volcada en su relación con Piqué. Cuelga en las redes sociales sus fotos con él, le dedica canciones, le escribe mensajes románticos... Sin embargo, en su momento la cantante fue un terremoto mediático por otras razones. Según los datos de Personality Media, era una de las artistas más valoradas por los españoles. «Shakira solía ser un personaje global, muy natural y moderno», y estos valores contribuían a que mantuviera posiciones de liderazgo. Tenía muy pocos «enemigos» (gente que le daba una nota muy baja o negativa), «pero en el momento en que ella misma quiso marcar diferencias y hacer una exposición errónea de su relación con Piqué, parte de sus consumidores se sintieron defraudados», asevera Mollinedo.

La admiración por Shakira comenzó a conocer horas bajas, y otro de los factores que influyó en esto fue su marcado partidismo. De ella se espera que sea una profesional y que respete su vida privada de la forma en que lo hacen, por ejemplo, Íker Casillas y Sara Carbonero o Iniesta y Anna Ortiz. «Cuando la forma en que un famoso maneja y expone su vida privada se vuelve materialista, superficial y anodina, eso causa decepción y aparta el valor del trabajo de esa persona, mezclándolo con el mundo rosa», continúa Mollinedo, quien asegura que las grandes marcas quieren personajes imparciales que no segmenten a la población .

Una diferencia fundamental entre las dos bellezas es su afición por el deporte. Mientras Shakira es una fiel seguidora y forofa del Fútbol Club Barcelona –aunque esta faceta sólo se dio a conocer, curiosamente, tras el inicio de su noviazgo con el jugador azulgrana–, a Irina Shayk la ilusión futbolística ni le va ni le viene. Cierto es que la modelo tiene su residencia en Nueva York y que le resulta más complicado desplazarse para ver jugar al delantero blanco, pero Shakira tiene una no menos apretada agenda y suele seguir ansiosamente los encuentros en los que participa su chico. Muy comentadas fueron las expresivas reacciones que la colombiana mostró en la pasada final de la Copa del Rey. Ahora sólo queda ver si ambas mujeres acudirán esta noche al Bernabéu y si, en caso de que lo hagan, seguirán atentamente el desarrollo del juego.

Tanto Irina Shayk como Shakira llegan a concentrar muchas veces un protagonismo mayor que sus respectivas parejas. El papel que desempeñan, la forma en la que se comportan, sus estilos de vida... Todo es analizado y en muchos casos imitado. «Estas dos mujeres representan parte del icono que acompaña a los dos grandes equipos, y a través de sus figuras se produce una erotización del espectáculo», afirma el psicólogo Valentín Martínez Otero. Es posible que los hinchas concentren sus preferencias también en ellas, y esto es parte de la función, pues «se trata de un espectáculo de masas en el que la belleza y el halo de seducción de estos iconos femeninos dan un mayor realce al evento».

Sin embargo, el excesivo protagonismo que toman personajes concretos en un evento como éste no es sólo cosa de mujeres. «No extraña el encumbramiento de la figura femenina asociada a una estrella cuando el propio liderazgo de alguno de los jugadores está sobrevalorado», critica Martínez Otero.

Independientemente de quién gane hoy en el campo, parte de la competición se centrará sin duda en la belleza de estas dos mujeres.