Valencia
Zapatero iguala al PP con la «derecha finlandesa»
Primer lleno hasta la bandera. Nueve días de campaña y Zapatero colgó el cartel de no hay entradas. Plaza de toros de Valencia. Apuesta arriesgada.
Es ésta tierra hostil para el socialismo. Nada ha hecho mella en un PP que, pese a la trama Gürtel, los imputados de sus listas y los devaneos del Bigotes y compañía, aún mantiene su distancia sobre el PSOE por encima de los 20 puntos. ¡Casi nada! Aún así el PSOE revienta la plaza con más de 15.000 asistentes. A la vista de las encuestas, uno diría que hay más público que votos. Apoteosis de la bandera del puño y la rosa bajo un sol de justicia. La organización reparte viseras mientras la entregada militancia corea «¡libertad de expresión!» y «¡fuera Canal 9!» cada vez que la reportera de la «tele» pública intenta un directo. Ambiente como nunca. Nueve bandas y 250 músicos tocan temas populares, también «Paquito el Chocolatero».
Así que se espera a un presidente que dé el do de pecho. Arranca con ganas: «Por si teníais dudas, hay partido el 22-M. Hay partido y habrá sorpresas. Creen que con jalear la crisis y el paro van a ganar. Lo llevan claro». Evita agitar el fantasma de la corrupción, quizá porque sabe que no resta al PP ni un voto, y deja esta vez la política social y los derechos para el final. Se emplea a fondo contra los de la gaviota y recurre a uno de los ejes centrales de esta campaña, comparar a Rajoy con la derecha más extrema. «Siempre pasa de puntillas; nunca se moja con nada... Y hoy le pido que desautorice al PP de Cataluña y salga a defender la diginidad y la convivencia de quienes llegan a trabajar aquí, vengan de donde vengan».
Habla, claro, de quien desde el PP ha dicho que los inmigrantes han traído a España enfermedades antiguas. Y la alusión le sirve para asimilar a los «populares» que dicen eso con la «extrema derecha finlandesa», el partido que ha empujado al Gobierno a suspender el tratado de Schengen y cerrar fronteras con Suecia y Alemania. Ha dado un salto cualitativo. Ya no habla de derecha extrema, sino de extrema derecha. La canícula es ya insoportable, y él sigue con camisa y americana. De no ser porque lo ha hecho en otros mítines, parecería que con el sol le ha dado una «pájara» y ha entrado en «bucle» porque enfila los derechos ciudadanos y la política social y no para hasta pedir el voto «valiente y decidido» contra una «derecha que no entiende de derechos».
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