Arquitectura

Ópera estrena «estación-museo» en dos semanas

Concluye la remodelación de la plaza de Isabel II, que gana 2.446 metros cuadrados de superficie para el peatón

Ópera estrena «estación-museo» en dos semanas
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Madrid- Tras años de obras, vallas, excavadoras y obreros tienen las horas contadas para desaparecer de uno de los enclaves más emblemáticos del corazón de la capital. La remodelación de la plaza de Isabel II, popularmente conocida como la plaza de Ópera, supone más espacio para los peatones, ha eliminado el tráfico rodado y ha supuesto también un cambio para los miles de viajeros del metro que suben y bajan en esta estación cada día. La primera quincena de marzo –el día exacto aún no ha sido concretado– será cuando los ciudadanos podrán disfrutar de la remodelación de esta estación, inaugurada por primera vez en 1925, y que ahora contará con un vestíbulo ocho veces mayor que el original. Pero además de las ventajas «a ras de suelo», madrileños y turistas podrán ser testigos de un complemento cultural que, desde ahora, albergará el subsuelo de esta plaza tan fotografiada.
Las obras de remodelación sacaron a la luz los restos de una fuente y un acueducto del siglo XVII en este emplazamiento (la fuente de Los Caños del Peral). Y, como no hay mejor lugar para mostrar estas reliquias que en el mismo lugar donde fueron encontradas, la parada de la plaza de Isabel II se convertirá en una estación-museo, donde estarán expuestos estos restos. Los operarios realizan estos días los últimos remates de la remodelación en la que los restos del viaducto quedarán a la vista de los viajeros.
Además, se han instalado tres ascensores, ocho nuevas escaleras mecánicas y se ha mejorado la ventilación de la infraestructura a través de un nuevo sistema basado en la evaporación que baja la percepción de la temperatura entre dos y tres grados.
Bajo el nivel de suelo los usuarios de las líneas 2, 5 y el ramal Ópera-Príncipe Pío disfrutarán de unas instalaciones modernas que no desentonarán con la nueva plaza en la superficie. Ya con las vallas retiradas, la plaza de Isabel II ganará un 49 por ciento más de espacio (2.446 metros cuadrados) para los peatones creando un gran paseo para el viandante desde la calle Arenal hasta el Palacio de Oriente y la calle Arrieta. Además, se han eliminado las barreras arquitectónicas, rebajado todos los pasos de peatones y dispuesto la calzada al mismo nivel de la acera, excepto en las zonas reservadas para la parada de autobús.
Ópera, que en su anterior disposición ya contaba con una gran plataforma para autobuses de la EMT y taxis, tendrá en su nueva organización una marquesina de autobuses más pequeña al norte de la plaza y se ha configurado una rotonda de uso exclusivo de taxis y autobuses. El tráfico privado se desviará a la calle Caños del Peral. Además, por petición vecinal, la plaza tiene ya fuentes de agua potable y los ciclistas lo tendrán fácil para «aparcar» sus bicicletas en las horquillas que se han colocado para ello. La plaza de Isabel II estrena alumbrado, bancos y arbolado de hoja caduca.


Un museo con restos del siglo XVII
Tenía más de treinta metros de longitud y, como ha ocurrido en otros casos, las obras de remodelación de su superficie la desenterraron en perfecto estado de conservación tras años de olvido. A diez metros bajo la plaza de Isabel II, popularmente llamada plaza de Ópera, aparecieron hace más de un año los restos la Fuente de los Caños del Peral, obra del arquitecto de El Escorial, Juan Bautista de Toledo, durante el reinado de Felipe II.
Junto a esta infraestructura se encontraron también restos de un acueducto del siglo XVII, que surtía de agua al Palacio Real y que ahora estará, junto a la fuente, a la vista de todos los usuarios de la estación de metro de Ópera en un área «musealizada». Pero no será necesario bajar hasta la estación para disfrutar de los restos. Fuera, a la luz del sol, una réplica de la Fuente de los Caños del Peral se ha instalado en la plaza de Isabel II para que la infraestructura hídrica no vuelva a caer en el olvido de los madrileños. La rehabilitación ha sido posible gracias a la Consejería de Cultura, que dirige el vicepresidente regional, Ignacio González.