Salud

Vivir «entre aviones» aumenta un 30% el riesgo de morir por infarto

Las personas que viven en áreas residenciales sobre las que pasan rutas aéreas comerciales tienen más riesgo de sufrir un ataque al corazón que el resto de la población. Así se desprende de un estudio realizado por la Universidad de Berna (Suiza).
Tras analizar los datos epidemiológicos de más de cuatro millones de adultos suizos, han comprobado que la exposición diaria a niveles de ruido por encima de los 60 decibelios (equivalente al generado por una aglomeración de gente) eleva un 30 por ciento el riesgo de morir por un infarto, en comparación con las personas que están expuestas a niveles por debajo de los 45 decibelios (similar a los niveles generados por una conversación).

La investigación se publica en el último número de la revista «Epidemiology», y destaca, además, que tras 15 años de exposición a niveles superiores a los 60 decibelios, el riesgo aumenta hasta el 50 por ciento, en comparación con la población general.

Según explican los autores, «medir la exposición de las personas que vivían en zonas con tráfico aéreo ha sido complicado, ya que el ruido de los aviones es intermitente y puede superar los 100 decibelios durante el despegue o el aterrizaje».

No obstante, apunta el director del estudio, Matthias Egger, «60 decibelios es una media que se aproxima al ruido al que se exponen estas personas, algo así como vivir en un bar atestado de gente». Para llegar a estas conclusiones, Egger y su equipo analizaron las estadísticas de 4,6 millones de adultos suizos entre los años 2000 y 2005, registrando un total de 15.532 ataques al corazón mortales.

Después de considerar la influencia de factores como la polución del aire, los niveles de educación y el estatus económico, los investigadores descubrieron que el nivel y la duración del ruido generado por los aviones en sus rutas comerciales afectaban de forma significativa al riesgo de sufrir un infarto letal. En esta misma línea, el equipo de Egger también detectó que vivir a menos de 100 metros de una autopista también incrementaba el riesgo de ataque al corazón, aunque no se encontraron problemas cardiacos significativos asociados a la polución.

«El efecto perjudicial fue particularmente evidente en las personas que estaban expuestas a niveles de ruido realmente altos y fue dependiente del tiempo durante el cual esas personas estuvieron viviendo en esas zonas residenciales ruidosas», señala Egger. En cualquier caso, apunta, «aunque el tráfico rodado y el aéreo producen diferentes niveles de ruido (el rodado es más constante) y no es fácil establecer comparaciones, ha quedado claro que el ruido afecta de forma negativa a la salud de las personas».