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Cristóbal Montoro: «En la votación nos distanciaremos de la reforma laboral del Gobierno»

El portavoz de Economía del PP afirma que «Está centrada en abaratar el despido. No es completa ni coherente»

Cristóbal Montoro, portavoz de Economía del PP
Cristóbal Montoro, portavoz de Economía del PPlarazon

– ¿Qué le sobra y que le falta a la reforma laboral?–La reforma que ha presentado el Gobierno está centrada en el abaratamiento del despido, eso no sacará a España de la crisis. Una reforma laboral tiene que servir para crear empleo y no para destruirlo. La propuesta de Zapatero reduce la confianza, puede alimentar la crisis económica y una mayor pérdida de puestos de trabajo. Hay que hacer otra reforma laboral. La actual no está ni bien planteada ni bien explicada. Cuando gobernó, el PP hizo reformas como introducir el contrato de 33 días. Pero se hizo dentro de un plan global de reformas económicas y con acuerdo de todos los agentes sociales. –Pero, por favor, baje al detalle sobre esta reforma laboral. ¿Les parece bien que se generalice el contrato de 33 días?–Sí, la extensión a nuevos colectivos es positiva. El problema es que esta reforma no se ha presentado así, sino como un abaratamiento del despido. Y desde que hace año y medio se lanzó este debate en la sociedad española, desde el PP dijimos que la cuestión no era abaratar el despido, que no queríamos recortes, sino reformas. Por eso no estamos de acuerdo con lo que está haciendo el Gobierno.–Entonces, ¿qué eliminarían del decreto?–Sobran causas de especificidades en los contratos o presencia de la Administración, como el énfasis que se da al arbitraje. Al final, eso sólo sirve para complicar la relación laboral. Pero, lo más importante es lo que falta: la negociación colectiva, la formación profesional, el absentismo y otros elementos para promover la movilidad funcional y geográfica. No es una reforma completa y coherente. Primero el Gobierno ha arremetido contra los pensionistas y los funcionarios, eso es un recorte que perjudica la confianza. Ahora, lo está haciendo contra el trabajador con un abaratamiento del despido. –¿Cree de verdad que se puede abaratar más el despido cuando el 90 por ciento de los contratos son temporales y en el mejor de los casos tienen ocho días de indemnización?–El Gobierno está practicando una política a empujones y, a la fuerza, tiene que «hacer sangre». Ha llegado a una situación extrema y tiene que demostrar ante el exterior que es fuerte, y para eso está echando pulsos a la parte más débil de la sociedad.–No hace tanto que el PP pedía ajustes, que reclamaba una reforma laboral o que hablaba de que el Gobierno no se atrevía a pedir sacrificios.–El PP ha pedido reformas desde el primer día de la legislatura. Por ejemplo, desde el comienzo hemos pretendido la extensión del contrato de 33 días y la reducción de las cotizaciones del Fogasa. El PP entiende que para salir de la crisis hay que rebajar el coste laboral y no subirlo, que es lo que precisamente se hace con esta reforma laboral. Con la utilización del Fogasa, corre el riesgo de comerse rápidamente su superávit y entonces habrá que subir las cotizaciones. –¿El PP se abstendrá en la convalidación del decreto sobre el mercado de trabajo?–No nos gusta el contenido de esta reforma. Nos preocupa el énfasis que se ha puesto en el abaratamiento del despido, por ello nuestra posición será distanciarnos del decreto. Queremos trasladar a la sociedad que hay otra alternativa. La cuestión no es facilitar o no el trámite de este real decreto ley, sino que en España abordemos, cuanto antes, una reforma laboral completa y coherente, algo que puede hacerse por otras vías parlamentarias.–Aquí cunden las críticas, pero el Consejo Europeo y el FMI han bendecido el plan de ajuste y la propia reforma laboral. ¿Es una buena noticia?–Lo que desde fuera, tanto desde Europa como desde los mercados y las instituciones supervisoras, se nos pide es que demos estabilidad económica a nuestro país cuanto antes, es decir, que tomemos y adoptemos reformas. El contenido de esas medidas y de esas reformas lo debemos precisar en España. Lo que bendicen desde fuera son orientaciones, no contenidos. A nosotros nos corresponde decidir cómo abordamos nuestros problemas. Desde fuera nos exigen resultados.–Da la sensación de que en el Parlamento nadie quiere asumir hoy el coste de las reformas por las elecciones y porque están más pendientes de cobrarse la pieza de Zapatero.–El Gobierno no ha estado solo toda la legislatura. Alguien le ha ayudado a impulsar una política que ha desquiciado a España. Hasta ahora ha tenido apoyo para todas sus medidas y para sacar adelante sus Presupuestos. Al comienzo de la legislatura, Mariano Rajoy le ofreció su apoyo, le advirtió de la crisis que se nos venía encima y de que se quedaría solo. A estas alturas no se nos puede pedir un respaldo a ciegas. ¿Qué quiere que apoyemos? ¿Respaldamos una política que nos va a conducir a más crisis? Eso sería ser desleales con España. –¿Y cuál es la política que traería menos crisis?–A mí me han silbado los oídos de lo que me han dicho cuando he criticado al Gobierno. Sin embargo, hoy nadie podrá decir que no teníamos razón. Hay otra salida a la de los ajustes sociales que propone el Gobierno: la de hacer reformas. –Pero llegados a este punto, con Europa y los mercados exigiendo una señal de confianza, ¿de verdad cree que el plan de ajuste era innecesario? Las reformas estructurales no se aprueban de un día para otro.–Un plan global de reformas tranquilizaría mucho más que este parcheo. El drama de España son las dudas sobre su capacidad para devolver el crédito. Y eso sólo se corrige con crecimiento y generando empleo. No con recortes que nos hagan profundizar en la crisis y perder confianza. –El resto de Europa está haciendo ajustes parecidos. Ahí están Alemania, Francia, Reino Unido…–Es cierto que en algunos países también se están haciendo recortes a la desesperada. Pero sin embargo en otros, como es el caso alemán, lo que se ha presentado es un amplio paquete reformista.–Con duros ajustes a los funcionarios, a los pensionistas…–Cada país tiene sus características. En Francia se está planteando subir la edad de jubilación de los 60 a los 62 años. Aquí, claro que hay que hacer ajustes. Pero los ajustes no pueden cargarse sobre los más débiles. Por ejemplo, es urgente una ley de estabilidad presupuestaria que prohíba el déficit público, es decir que prohíba al Gobierno por ley endeudarse. Las comunidades y los ayuntamientos tienen que renunciar a los proyectos para los que no consiguen dinero a través de la recaudación. Hay que ordenar el Estado de manera urgente para acabar con la superposición de competencias.–El problema es el tiempo y que sin un acuerdo de Estado eso no se puede hacer. Y no parece que corran tiempos de acuerdos de Estado, ¿no?–Insisto, no se puede decir que el PP no le ha ofrecido al Gobierno ese acuerdo. En el debate de investidura Rajoy ya le tendió la mano para evitar esta crisis y Zapatero la despreció. Lo volvimos a hacer en la comisión de Zurbano; Mariano Rajoy se lo volvió a plantear al presidente del Gobierno en la última reunión en La Moncloa. Llevan dos años negociando esta reforma laboral, y al PP le han dado dos horas. Cabe preguntarse si quieren llegar a algún tipo de acuerdo, porque parece que no. Las reformas que necesita España, incluida la del Estado para evitar duplicidades, ejercen su efecto cuando se ponen en marcha. Lo que hace falta es materializarlas. –¿El PP no le habría bajado el sueldo a los funcionarios ni habría recortado las pensiones?–No lo hicimos en una situación peor que ésta, como la del 96, ¿por qué lo íbamos a hacer ahora? En el 96, tras la devaluación, España había rebajado en un 25 por ciento su nivel de riqueza respecto del resto del mundo. ¿Qué hicimos? Metimos la tijera en el gasto del Estado, e hicimos reformas. El 6 de junio de 1996, el Consejo de Ministros aprobó un paquete de actuaciones que liberalizaba a prácticamente todos los sectores de la economía. El Gobierno de Zapatero no ha hecho nada y, ahora, cuando ya no puede pagar la factura, se la pasa a la parte más débil de la sociedad.–Si el problema es político, es el Ejecutivo, ¿por qué el PP prolonga la agonía y no presenta una moción de censura?–La moción de censura sería una especie de espectáculo que defraudaría a los ciudadanos, porque en la actual Cámara hay una mayoría parlamentaria que no quiere que gobierne el PP. Eso no hay que preguntárselo a los grupos, sino a la gente. ¿Una moción, como dicen algunos, para demostrar que hay una alternativa? Los ciudadanos ya saben que hay una alternativa, eso se está viendo en las encuestas. Éstas confirman con gran claridad que los españoles quieren un cambio de Gobierno. No estamos para más espectáculos.–¿Cree que hay maniobras para desestabilizar a España?–No comparto la teoría de las conjuras. Hay inversores que toman lo que se conoce como «posiciones bajistas» respecto de nuestra deuda pública y de nuestra bolsa. Eso no son maniobras para desestabilizar a España, sino que forma parte de la lógica de los mercados. Lo que hay que hacer es demostrarles que están equivocados y eso sólo se consigue con crecimiento económico y con empleo. Situaciones parecidas ya las vivimos en los 90 cuando estábamos en la carrera de fundar el euro.–¿España es hoy solvente?–España tiene capacidad para devolver su deuda, claro que sí. Lo que nuestros acreedores nos piden es que tengamos suficiente nivel de renta para devolver los créditos y, para ello, necesitamos crecimiento y creación de empleo.–Hay quienes han llegado a hablar del riesgo de suspensión de pagos. ¿Es una exageración?–Hoy por hoy, sí. No podemos aceptar esos planteamientos porque supondría dar por perdida la batalla. El problema de España no es la capacidad de su sociedad, sino el Gobierno que tiene. –Antes hablaba de que no hacen falta ajustes sociales, ¿pero cree que este Estado de bienestar y este Estado de las autonomías son viables en la situación actual?–No, no se pueden sostener desde el punto de vista financiero, y ése es uno de nuestros principales desafíos como país. Esto no quiere decir que cada uno de nosotros esté condenado a vivir peor. No tiene por qué ser negativo que se redefinan determinados servicios públicos si, a cambio, cada ciudadano tiene más renta y hay más empleo. El problema es perder los servicios y también el empleo. «Coqueteé con la izquierda, pero nunca fui marxista»–¿Cree que el PSOE ya ha perdido las elecciones?–El PSOE es un partido con gran representación social y con una elevada cuota de poder. El calendario le es muy adverso: primero en Cataluña, y luego en las autonómicas y municipales. La amenaza de que sufra un retroceso histórico está ahí. No creo que «vayan a ir al matadero» sin hacer nada.–¿Cómo lo pueden evitar?–Cambiando de líder. Esa fórmula está más que experimentada en las democracias avanzadas. –¿Cuál sería la primera decisión de gobierno del PP?–Promover la ley del déficit cero.–Dice el PSOE que han abrazado el marxismo-leninismo...–No lo abracé ni en mi pubertad intelectual, donde tuve un coqueteo con la izquierda, pero nunca fui marxista.–Si gobiernan, anularán la congelación de pensiones y actualizarán el poder adquisitivo de los funcionarios.–Si gobernamos, pondremos en marcha las políticas económicas que les permitan recuperar su poder adquisitivo.