Cataluña
«Me sentí obligado a representar a ese otro ejército el de los parados»
Asistentes al desfile relatan sus razones para abuchear al presidente
Madrid- Forma parte de la «tónica» habitual de los últimos años. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, era recibido el Día de la Hispanidad con abucheos y peticiones de dimisión, pero este año la polémica ha sido mayor. Desde el Gobierno se ha acusado a los asistentes de estar jaleados por la derecha y de faltar el respeto a los caídos. Pero detrás de los pitidos está la historia de muchas personas que sienten rabia ante la situación que les ha tocado vivir y que vieron en ese día la «única oportunidad» de cruzarse con el presidente y expresar su indignación alzando la voz.
- Marcos Pérez / Parado
Nunca ha acudido al desfile de las Fuerzas Armadas con la intención de abuchear a nadie. Al contrario, cada año le emociona más. «Soy de los que hicieron la mili y me inculcaron el amor a España y a sus símbolos». Por eso, asegura que nunca se perdonaría «ni un sólo desprecio a la bandera y, menos aún, a los que dieron su vida por la patria». Sin embargo, este año, Marcos Pérez, en paro desde hace año y medio a sus 47 años y con dos hijos, acudió al desfile con la idea de protestar. «Me sentía obligado a representar a ese otro ejército, el de los parados. Me imaginé a los cinco millones de españoles desfilando por la Castellana y aproveché la única ocasión que tenía de gritar mi protesta e indignación a los responsables del Gobierno». Pérez no admite que le califiquen de «ultra», ni que le den «lecciones de patriotismo». «A Zapatero no le importan los caídos» e incluso recuerdan al presidente el desplante premeditado que tuvo un año a la bandera americana al no levantarse a su paso.
- Felisa Ruiz / Jubilada
Asistió al desfile con la ilusión de enseñarle a sus nietos los carros de combate y el paso de la legión. Aplaudió hasta «romperse las manos» a la Guardia Civil, el cuerpo al que perteneció su padre. Situada enfrente de Nuevos Ministerios, cuando terminó el desfilé vio cómo el coche blindado de Zapatero abandonaba el acto y al pasar a su lado aprovechó para gritarle «¡fuera, fuera, dimite!». «Otros le insultaron, pero yo sólo fui capaz de decirle fuera». «Soy jubilada y estoy pagando todas sus chapuzas. No sé cómo se le ocurre hacer lo que nos está haciendo y de engañarnos así». «A mí nadie me programó para protestar, me uní a los que por otros motivos» alzaban su voz. Muchos de los abucheos venían en cadena, la ausencia de pantallas a lo largo del recorrido, la escasa megafonía impedía que muchos de los que se apostaban a las vallas para ver el desfile supieran si sus gritos iban a destiempo. «No encontré otro momento para cruzarme con él y manifestarle mi protesta. Estoy harta», asegura.
- María S. / Madre de militar
A María se le ilumina la mirada cada vez que habla de su hijo. El 12 de octubre era la primera vez que le veía desfilar y no tenía asiento en la tribuna. Había recorrido 545 kilómetros para verle, pero tuvo que apostarse a lo largo del recorrido. Le aplaudió como la que más, pero se sintió indignada al comprobar la escasez de pantallas, el no saber cuándo desfilaba y las altas rejas que le distanciaban del paso. «Me sentí como en el zoo, enjaulada. No se veía ni la tribuna ni nada». «Abucheé a Zapatero por muchas cosas: por Afganistán, porque tengo familiares que han ido y el Gobierno oculta lo que es: una guerra; por la bajada de sueldos... A las Fuerzas Armadas no se las está cuidando nada, pero tenemos que callarnos siempre». Son ese otro ejército silencioso. «Le pité cuando llegó. Para mí el acto de los caídos es tan solemne que como madre de uno de ellos no hubiera podido silvar en ese momento».
- Jaime Lozano / Estudiante
Tiene 19 años y estudia un módulo superior de realización audiovisual. Jaime Lozano asistió con diez amigos más para ver el desfile. Reconoce que fueron a «pitar» al presidente Zapatero. «He ido todos los años porque el Día de la Hispanidad me encanta. «Pité a Zapatero porque estamos cansados de que nos engañe, nos mienta y los jóvenes no recibimos nada de él. Era la única posibilidad que teníamos de verle y tenerle cerca y que escuchara nuestras protestas». Además, al igual que los demás se queja de que «no había suficientes pantallas a lo largo del recorrido. Muchas veces pitábamos en cadena».
Los abucheos que no condenó el PSOE
Aznar en Zaragoza
Dos centenares de funcionarios, en su mayoría pertenecientes a UGT y CCOO, recibieron al entonces presidente del Gobierno, José María Aznar en el Ayuntamiento de Zaragoza con fuertes abucheos, pitadas y gritos conminándole a que se fuera a Madrid, en 1996.
Trillo en Galicia
Federico Trillo, entonces ministro de Defensa, fue recibido con abucheos, gritos y pancartas contra la guerra durante la ceremonia de bienvenida del buque Galicia que había permanecido en Irak. Los familiares le reprochaban la demora del regreso.
Rajoy en Cataluña
El presidente del PP, Mariano Rajoy, se vio obligado a suspender su visita al mercado de Collblanc de L`Hospitalet de Llobregat (Barcelona) para pedir el «no» al Estatut ante los abucheos, insultos y una «cacerolada». Montilla justificó la pitada por el cansancio de la gente a la política del PP. También el PP recibió una gran pitada en septiembre de 2007 en acto de apertura de la Diada.
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