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El largo camino al Elíseo

El largo camino al Elíseo
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MADRID-«Para ser elegido es necesario haber sido derrotado. Para ser amado es preciso haber sufrido», explicó François Hollande en una entrevista al «International Herald Tribune». Y es que el éxito del candidato socialista, que ha recuperado el Elíseo para la izquierda francesa diecisiete años después de la marcha de François Mitterrand, conoce muy bien el fracaso y la decepción. Durante sus once años como líder del Partido Socialista (PS), asistió a la traumática primera vuelta de las presidenciales de 2002, cuando Lionel Jospin quedó excluido de la segunda por el ultraderechista Jean-Marie Le Pen. Cinco años más tarde, en 2007 Hollande renunció a sus aspiraciones presidenciales a favor de su compañera sentimental y madre de sus cuatro hijos, Ségolène Royal, favorita en las encuestas. Su derrota en las urnas también supuso el final de una relación de casi treinta años.

Tras abandonar la dirección del PS en 2008, Hollande comenzó su particular travesía del desierto para preparar su salto definitivo al poder. Comenzó a patearse toda Francia en busca de la complicidad de las agrupaciones socialistas y rehizo su vida sentimental con la periodista Valéry Trierweiler. Perdió peso, abandonó su tono bromista y adoptó un aire presidencial.
Los escándalos sexuales de Dominique Strauss-Kahn, el socialista mejor colocado para derrotar a Nicolas Sarkozy, dejaron a Hollande el camino libre para competir e imponerse en las primarias socialistas del pasado octubre. Un inédito experimento político que abrió el anquilosado PS a todos los franceses. Es a partir de entonces cuando arranca una imparable ola de popularidad que le coloca en cabeza de todos los sondeos. Sin embargo, enemigo del vértigo, el candidato socialista evita cualquier triunfalismo y se esfuerza en unir a su alrededor a todas las sensibilidades del partido, incluida la secretaria general, Martine Aubry, que en las primarias le acusó de representar una «izquierda blanda». En contraposición de «Sarko», visto por la opinión pública como el amigo de los ricos, a los que ha bajado los impuestos durante su mandato, Hollande reivindica el poder de la política frente a los mercados. «Mi adversario de verdad no tiene nombre, ni rostro, ni partido, ni será candidato. Pero es quien gobierna. Es el mundo de las finanzas, que ha tomado el control de la economía, de la sociedad y de nuestras vidas», lanzó en su mitin de arranque de campaña. Consciente del punto débil de su rival, ironizó con que «el quinquenio de Sarkozy se abrió en Fouquet's [exclusiva «brasserie» parisina donde celebró su victoria en 2007] y termina en el Crillon [hotel donde comió con todos los donantes del partido]».

A diferencia del presidente saliente, Hollande se define como «un candidato normal para una Presidencia normal, porque lo que ha pasado en estos últimos cinco años es profundamente anormal». Y su biografía es un buen ejemplo de esa normalidad. Hijo de un médico muy conservador y una trabajadora social de izquierdas, Hollande nació en Ruán (Normandía) en 1954 y estudió económicas. Como el resto de la élite política gala se graduó en la Escuela Nacional de la Administración, donde conoció a Royal, y comenzó a trabajar en el Tribunal de Cuentas. Su carrera política, que se inició como asesor de Mitterrand y de Jacques Delors, ha transcurrido entre la región de Corrèze, de la que es diputado desde 1988 y la dirección del partido, que le cede Jospin tras convertirse en primer ministro en 1997.

Representante del ala más centrista del partido, Hollande se ha presentado a los franceses con un programa socialdemócrata clásico en el que propone subir los impuestos a las rentas más altas para aumentar el gasto público. Pero, sin duda, ha sido su decidida apuesta por renegociar el Pacto Fiscal de la UE es lo que ha despertado el interés y la esperanza por Hollande más allá del Hexágono. A Angela Merkel le ha recordado que «Alemania no puede decidir por toda Europa».

¿Qué pueden esperar los franceses de su nuevo presidente? Trierweiler describe a su pareja como un «hombre de humor constante» que deja todas las puertas abiertas «porque no tiene nada que esconder». Esa transparencia es la que ha conquistado a los franceses.

 

Sus primeras medidas
Reforma del Pacto fiscal de la UE
Eje de su campaña electoral, el nuevo presidente viaja hoy a Berlín para entrevistarse con Angela Merkel. Su intenció es reformar el tratado europeo para introducir un capítulo sobre crecimiento y empleo.
Contrato generacional
El líder socialista quiere estimular la entrada de los jóvenes en el mercado de trabajao con un nuevo contrato por el que los empleados a punto de jubilarse formarán a los trabajadores más jóvenes.
Subida de impuestos
El nuevo presidente prevé reduccir las deducciones fiscales a las rentas más altas e invertir este dinero en el Estado de bienestar. Impondrá una tasa del 75% a los que ganen más de un millón de euros.
Voto para los inmigrantes
Promete luchar contra la inmigración irregular y conceder el derecho de voto a los inmigrantes en las elecciones municipales. Evitará las regularizaciones masivas de «sin papeles».
Moralidad en la vida pública
Con la intención de ser un «presidente normal», dejará libertad de movimiento al Gobierno y promulgará una reforma de la ley para que los políticos no puedan acumular varios cargos públicos al mismo tiempo.