Crítica de cine

El derroche de mi cuerpo por Andrés ABERASTURI

El derroche de mi cuerpo por Andrés ABERASTURI
El derroche de mi cuerpo por Andrés ABERASTURIlarazon


Como parece que de nuestra salud se preocupan más las páginas de política nacional y/o economía, no sé muy bien por qué me he puesto a pensar en este milagro que habito desde hace más de sesenta años, en esta especie de máquina casi perfecta que a su vez consta de un montón de mÁquinas también casi perfectas y en las que seguramente no reparamos porque somos ellas mismas, porque esa máquina de máquinas somos nosotros mismos. El hecho de «pensar» en esta perfección, en este derroche de equilibrios y milagros que es lo que somos, es ya absolutamente misterioso y formidable, como lo es el ataque de pánico que me hace abandonar estas meditaciones convencido de que algo tiene que fallar ya, de que esto va demasiado bien y demasiado tiempo. Y no. Fallan cositas hasta que al final llega el final. Pero mientras, y a día de hoy, mi pobre corazón, apenas de 300 gramos de nada, ha latido muchos más de dos mil setecientos millones de veces, y así va cada día, año tras año sin parar de hacerlo ni un solo minuto. Cuando toco la tecla del ordenador, una piel de manzana, lo que sea, mi sistema nervioso envía esos mensajes a 288 kilómetros por hora y fabrico nada menos que 2.000.000 glóbulos rojos cada segundo. Todo es, sencillamente, increíble y asombroso. Sólo un "pero"que poner: por lo visto cada uno de nosotros tenemos 650 músculos y, cuando caminamos, empleamos 54. ¿Sigue usted insistiendo, querido doctor Farré, en que ande una hora al día? Yo no sé si compensa, total 54 de 650… yo por mí lo dejaría, pero usted sabrá, claro.