Cárcel
Los conflictivos «cacheos» al Corán
¿Difiere mucho la rutina de un preso de origen musulmán y otro español? Básicamente, por las costumbres religiosas. «Se levanta, desayuna, limpia su celda, sale al patio a las horas que le corresponde, los que quieren recibir clases de un educador las reciben... Pero no se mezclan con españoles, sólo si se ven obligados», afirma un funcionario.
Los reclusos musulmanes sólo se relacionan entre ellos y tienen sus propios escalafones. Intentan llevar sus costumbres religiosas a prisión. Dedican una especial atención a su credo, y pueden llevar a cabo unas cuatro o cinco oraciones diarias, que pueden realizar en una de las salas multiconfesionales –cualquiera que quiera poner en práctica su fe puede utilizarlas– habilitadas en la prisión. En las cárceles se respeta escrupulosamente el mes dedicado al Ramadán. Del mismo modo, cuentan con un menú musulmán diario en el que la carne de cerdo está totalmente restringida.
Con todo, según afirman los funcionarios, uno de los «choques» que se dan habitualmente con la comunidad musulmana viene dado por los «cacheos» en las celdas. «Hay cosas que consideran sagradas. Si tienen un Corán, lo tenemos que ver para ver si hay algo dentro. Y si ellos consideran que no lo estás tratando con respecto, ya tenemos lío. El interno se te puede tirar encima».
Un problema que apuntan en CSI-CSIF es que, en los últimos años, ha aumentado el número de presos islámicos detenidos por delitos de integrismo o terrorismo. «Algunos tratan de adoptar a gente para su causa. Hay un líder de la comunidad religiosa que trata de aleccionar a otros». «La conflictividad ha crecido mucho», añaden. Y es que «no es lo mismo el preso que vende hachís que el condenado por delitos de terrorismo».
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